Los huéspedes de Ahmadineyad
A estas alturas todos conocemos el secuestro de los soldados británicos cometido por los piratas de la guardia revolucionaria iraní. La respuesta de los ingleses es, como cabía esperar, amanerada y llena del típico "chauchau". Los de Irán están comprobando, una vez más, que los occidentales no son capaces de plantarles cara. Así que cada vez irán dando pasitos en la provocación estirando la cuerda hasta que se rompa, convencidos que llevan las de ganar.
¿Qué hubiera pasado si la de la foto estuviera al mando? Algo me dice los ayatolas se habrían tenido que tragar el farol.
Rapto de marines
Los nuevos huéspedes de Ahmadineyad
La Marina Real británica no está pasando por su mejor momento. La otrora poderosa Navy, que ayudó a los ingleses a convertirse en una potencia en el siglo XIX, se ha enterado de que el Gobierno de Tony Blair quiere recortar drásticamente su presupuesto y reducir el número de sus embarcaciones. La captura de quince de sus marines por parte de la Guardia Revolucionaria iraní, acusados de entrar en sus aguas territoriales, ha aumentado su desaliento. Al parecer, los marineros británicos estaban preparados para abrir fuego contra los captores pero desde Londres ordenaron no disparar. Algunos opinan que de haberse tratado de militares norteamericanos éstos no hubieran dudado en abrir fuego contra la Guardia Revolucionaria, aunque dado el actual clima en la zona tampoco resultaría del todo cierto. Lo que sí es verdad es de que se trata de un hecho lo suficientemente grave para que en otra época hubiera sido considerado un acto de guerra a todos los efectos.
"Han sido cordiales y muy hospitalarios, muy considerados, buena gente". Según unas imágenes de la televisión estatal iraní, los quince militares capturados piensan que Ahmadineyad es un buen anfitrión, tanto que han pedido disculpas a Teherán por violar su soberanía. La crisis recuerda a un incidente similar que ocurrió en junio de 2004, cuando Irán capturó a ocho soldados británicos en la misma zona. Fueron liberados tres días después tras ser exhibidos previamente en la televisión con los ojos vendados y obligados a pedir disculpas. El nuevo desafío iraní, sin embargo, parece más atrevido.
Las imágenes de los satélites demuestran que los marines británicos que se hallaban dentro de aguas iraquíes, y no en Irán. Llevaban a cabo misiones de vigilancia en el marco del mandato otorgado por la Resolución 1546 del Consejo de Seguridad de la ONU, el mismo órgano que pocas horas después de la detención aprobaba nuevas sanciones contra Teherán por negarse, una vez más, a suspender su programa de enriquecimiento de uranio. Es difícil pensar en las casualidades. Irán puede irritarse ante las decisiones del Consejo de Seguridad pero no influir en ellas. Sí que puede abrir otro frente para seguir dando guerra, como ha hecho ahora. Además, existe la posibilidad de que los marines sean utilizados como moneda de cambio para exigir la liberación de los iraníes de la Guardia Revolucionaria que fueron capturados recientemente por Estados Unidos en Irak.
El nuevo incidente en el Golfo Pérsico no ha sido un simple accidente o malentendido, sino una provocación de Ahmadineyad a norteamericanos y a británicos. Mejor no imaginarnos que podría hacer con un Irán nuclear.
La paciencia de Alá
Por Rafael L. Bardají
Hace un siglo el bandido marroquí Mulai Ahmed el Raisuli cometió la imprudencia de secuestrar al norteamericano Ion Perdicaris. Teddy Roosevelt, a la sazón presidente de los EE.UU. despachó de inmediato una flotilla de siete buques de guerra y un destacamento de marines con una única consigna: «Perdicaris vivo o Raisuli muerto». Perdicaris fue liberado sano y salvo.
Ahora, el actual presidente de la República Islámica de Irán, Mahmud Ahmadineyad, ordena el secuestro de unos militares británicos y en ausencia de una respuesta por parte de la comunidad internacional, el Gobierno británico amenaza con hacer públicas las fotos de satélite en las que se ve que los soldados apresados patrullaban en aguas iraquíes.
Fotografías frente a cañoneras, eso es lo que para los ayatolás iraníes representa un siglo de debilitamiento occidental. No hay por qué extrañarse del atrevimiento iraní. Hace año y medio que Ahmadineyad viene amenazando con borrar del mapa a Israel y nadie ha hecho nada para detener su peligrosa bravuconería; los ayatolás han recurrido a sus lacayos en Líbano y los territorios palestinos para lanzar ataques terroristas no sólo contra Israel, sino contra ciudadanos e intereses occidentales, sin apenas encontrar reacción alguna; Teherán ha jugado con los europeos, a quienes ha engañado sistemáticamente sobre sus intenciones y desarrollos del programa nuclear despertando apenas una tibia condena y suaves sanciones por parte de las Naciones Unidas; por no hablar de sus amenazas sobre cortar el suministro de petróleo que han pasado a aceptarse como algo natural.
Ahora, la distribución de la foto de la soldado británica prisionera, ataviada forzosamente con el velo islámico, es una clara violación de la Convención de Ginebra.
Pero nadie condena al régimen de Teherán por ello. Si todo hubiera ocurrido al revés, guardias revolucionarios iraníes capturados por las tropas británicas, cuántas manifestaciones y protestas habría habido ya. Ahí reside el juego de Ahmadineyad. En la paciencia de Alá.
http://sevilla.abc.es
Menos mal que en España no nos afectan estas cosas y podemos seguir a lo nuestro, hacer el imbécil con la carajotada de turno:
Es difícil sacar conclusiones serias de la propuesta de crear una red de raperos para cantar, o lo que sea, a las virtudes de la sacrosanta Alianza de Civilizaciones. Como lo era hablar de la Constitución Europa cuando la campaña por el sí consistía en el Referéndum Plus y Los del Río afirmando que, si los políticos decían que estaba bien, es que debía estarlo. O cuando Zapatero desgranó su famoso discurso en Estambul sobre los pajaritos que volaban cantando con alegría en el que defendió su ridículo proyecto.
El problema es que hay que analizarlo porque, desgraciadamente, en eso consiste ahora nuestra política exterior. En un mundo sin amenazas a la seguridad ni trabas económicas impuestas por los estados a las empresas de otras naciones, las cancillerías serían un ministerio menor dentro de los gabinetes de todos los países. Zapatero, que en esto como en otras cosas actúa como si se creyera sus propios discursos, decidió que el momento de reducir la política exterior española al nivel de una subsecretaría había llegado ya. El nombramiento de Moratinos y la propuesta de la Alianza de Civilizaciones así lo demuestran.
El mundo de las relaciones exteriores es un mundo sin ley en el que cada país defiende lo suyo a cara de perro, y la justicia no está presente más que como retórica bajo la que esconder los intereses propios. Incluso las doctrinas idealistas no se libran de ese enfoque; los neocons no propusieron el derrocamiento de Sadam por hacerle un favor a los iraquíes, aunque su liberación fuera más que bienvenida, sino porque consideraban que la extensión de la democracia en el mundo árabe mejoraría la seguridad de Estados Unidos.
Zapatero, en cambio, considera al resto del mundo como un lugar donde practicar su radicalismo izquierdista y su buenismo infantil sin tener que pagar ningún precio electoral, su único temor. Los daños que sus actividades puedan producir en el futuro de España ni siquiera se los plantea, ni en esto ni en ninguna otra cosa. Lo cierto es que las relaciones exteriores no suelen tener consecuencias interiores claras y evidentes para el electorado y, por tanto, casi nunca tienen influencia en el voto. Precisamente por eso, una de las maneras más directas de diferenciar a un hombre de estado de un populista es si enfoca la política exterior en virtud de los intereses de la nación o de modo que sirva a sus intereses electorales y prejuicios ideológicos.Mal vamos si los análisis de nuestra política exterior se ven al final reducidos a discutir si cantan mejor los raperos de la Alianza de Civilizaciones o Los del Río del Referéndum Plus. Y no mucho mejor se vislumbran nuestras perspectivas en la enseñanza cuando el rap "alianzador" se propone como herramienta para "educar en valores"; va a resultar que en eso consiste después de todo la celebérrima Educación para la Ciudadanía. Parece claro que al Gobierno de Zapatero no sólo se caracteriza por su afán destructivo; la cursilería y la grandilocuencia son una parte importante de su acción política.
El problema es que hay que analizarlo porque, desgraciadamente, en eso consiste ahora nuestra política exterior. En un mundo sin amenazas a la seguridad ni trabas económicas impuestas por los estados a las empresas de otras naciones, las cancillerías serían un ministerio menor dentro de los gabinetes de todos los países. Zapatero, que en esto como en otras cosas actúa como si se creyera sus propios discursos, decidió que el momento de reducir la política exterior española al nivel de una subsecretaría había llegado ya. El nombramiento de Moratinos y la propuesta de la Alianza de Civilizaciones así lo demuestran.
El mundo de las relaciones exteriores es un mundo sin ley en el que cada país defiende lo suyo a cara de perro, y la justicia no está presente más que como retórica bajo la que esconder los intereses propios. Incluso las doctrinas idealistas no se libran de ese enfoque; los neocons no propusieron el derrocamiento de Sadam por hacerle un favor a los iraquíes, aunque su liberación fuera más que bienvenida, sino porque consideraban que la extensión de la democracia en el mundo árabe mejoraría la seguridad de Estados Unidos.
Zapatero, en cambio, considera al resto del mundo como un lugar donde practicar su radicalismo izquierdista y su buenismo infantil sin tener que pagar ningún precio electoral, su único temor. Los daños que sus actividades puedan producir en el futuro de España ni siquiera se los plantea, ni en esto ni en ninguna otra cosa. Lo cierto es que las relaciones exteriores no suelen tener consecuencias interiores claras y evidentes para el electorado y, por tanto, casi nunca tienen influencia en el voto. Precisamente por eso, una de las maneras más directas de diferenciar a un hombre de estado de un populista es si enfoca la política exterior en virtud de los intereses de la nación o de modo que sirva a sus intereses electorales y prejuicios ideológicos.Mal vamos si los análisis de nuestra política exterior se ven al final reducidos a discutir si cantan mejor los raperos de la Alianza de Civilizaciones o Los del Río del Referéndum Plus. Y no mucho mejor se vislumbran nuestras perspectivas en la enseñanza cuando el rap "alianzador" se propone como herramienta para "educar en valores"; va a resultar que en eso consiste después de todo la celebérrima Educación para la Ciudadanía. Parece claro que al Gobierno de Zapatero no sólo se caracteriza por su afán destructivo; la cursilería y la grandilocuencia son una parte importante de su acción política.
http://www.libertaddigital.com
Etiquetas: Islamofascismo
2 comentarios:
Paco: Veo en la imagen a Moratinos dándole la mano a un dictador islamofascista y negador del Holocausto como Ahmadineyad. ¿Es verdadera esa imagen? ¿realmente no le importa al gobierno español la gente que le da la mano? parece el mismísimo Chamberline dándole la mano a Hitler.
De Anónimo, A las 3/31/2007 3:08 a. m.
Te equivocas. El de la foto no es Moratinos sino Felipe González, expresidente de gobierno de España durante 14 años (del PSOE). Hizo cosas buenas como el establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel pero tiene demasiados "intereses" en Marruecos y hace "lo que sea" para que su partido siga gobernando.
De pacobetis, A las 3/31/2007 11:43 a. m.
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