El empate no nos vale
Interesante artículo publicado por Dori Lustron en http://porisrael.org/:
Conflictos asimétricos y la doctrina del empate como victoria
Rubén Weinsteiner
El modelo desarrollado por Hezballa en la última guerra del Líbano de 2006, esta siendo adoptado por el Hamás en Gaza por las fuerzas insurgentes en Irak y los talibanes en Afganistán.
Esta doctrina consiste básicamente en renunciar de entrada al triunfo, tal como lo conocimos hasta ahora, asignando al concepto de empate una valoración de éxito.
Tanto el Hamás como el Hezballa, los insurgentes en Irak y los talibanes en Afganistán, asumen la asimetría, y la presentan como una enorme ventaja a favor de ellos, ya que el enemigo se encuentra obligado a definir el conflicto en forma rápida y categórica, de no hacerlo la comunidad internacional, los medios y los ciudadanos del país enemigo, se convertirán en un factor decisivo en este empate-victoria.
Si analizamos el concepto de triunfo en la guerra clásica, uno de sus atributos mas importantes consiste en poder hacer valer la voluntad del vencedor por sobre la del vencido, mas allá de la ocupación física, militar y política y la destrucción, se gana una guerra cuando se puede imponer la voluntad sobre el enemigo, y esto fue lo que Hezballa consiguió y Hamás intenta conseguir en su enfrentamiento con Israel..
Los conflictos asimétricos, resultan mas largos de lo que a priori parecerían, es como un elefante tratando de matar a un mosquito, y es allí donde el mosquito aprovecha la desesperación del elefante y juega con eso. Le pasó a Israel en el Líbano, le ocurre a hora a las fuerzas de la coalición en Afganistán, y a los EE.UU. con los insurgentes en Irak
El mensaje del Hezballa es, teniendo en cuenta que Israel está equipado con medios tecnológicos sumamente sofisticados, la aspiración debe ser no a vencer, sino a impedir la victoria del enemigo. Se debe crear una imagen de empate. El empate, ha sido presentado como una enorme victoria para el movimiento, a la vez que ha sido vivenciado como una derrota por el establishment y la sociedad Israelí, aún teniendo presente que Israel, destruyó gran parte de la infraestructura del sur del Líbano sufrió diez veces menos bajas de las que produjo, capturó trescientas veces mas prisioneros de los que le fueron capturados, terminó a pocos kilómetros de Beirut y Nasralla, el jefe del Hezballa, y toda la cúpula del movimiento shiíta, no salieron de su escondite durante mas de noventa días.
En esa guerra por primera vez el Ejército israelí se enfrentó a un Ejército árabe y no lo derrotó, no lo dejó incapaz de seguir resistiendo. Ese había sido el resultado en 1948, 1956, 1967, 1973 y 1982.
Israel podría haber fracasado en alcanzar sus objetivos políticos en sus diversas guerras, pero nunca fracasó en imponer su voluntad sobre la fuerza enemiga. Como resultado de esto, todas las naciones y entidades vecinas entendieron que había límites que sólo podrían cruzar si un país estaba dispuesto a aceptar una respuesta israelí aplastante. Todos los países vecinos –Egipto, Jordania, Siria y el Líbano, antes del colapso de la autoridad central- entendieron esto y adaptaron su comportamiento en función de ello. Aun cuando Egipto y Siria iniciaron la guerra en 1973, fue con un entendimiento de que sus objetivos de guerra tenían que ser limitados, que tenían que aceptar la probabilidad de la derrota y concentrarse en maniobras políticas de posguerra y no en expectativas de victoria.
El Hezballa cruzó esos límites, sufrió el golpe demoledor Israelí, pero no fue Knock out.
El Islam como distrito
El lema de Al Fatah, siempre fue "Revolución hasta la victoria", los líderes del Hezballa y del Hamás, en cambio, preparan a sus cuadros para luchar en una guerra que no tienen que ganar, solo empatar.
Esta estrategia, no presenta metas ni mediciones para verificar el éxito. El fracaso resulta imposible. No hay en ella, ninguna aspiración a la liberación de la patria, dado que la lucha no es por territorio, y no hay consignas nacionalistas, ni siquiera panárabes del tipo "Biladi, Biladi" (Patria) en los cánticos coreados en las manifestaciones, debido a que no aspiran a una independencia política. ¿A qué aspira, entonces, Hamás el Hezballa los insurgentes en Irak y los talibanes?
Se trata de la lucha por el Islam y no por un país específico y determinado. La gente del movimiento no necesita definirse como "guerreros de la libertad" o como "patriotas", sino como quienes luchan por la restitución del lugar que el Islam ha perdido, su revolución no se verifica con la conquista de un territorio, sino con la instauración del Islam como forma jurídica, política y social de vida.
Es por eso que tanto el Hamás como El Hezballa adoptaron la doctrina que no hay preferencia de una arena por otra, ni un límite que sea más importante que los demás. El territorio y las fronteras son sólo eslabones en la lucha por el establecimiento de un califato islámico y la historia le ha destinado al Hezballá y al Hamás un importante rol en esta lucha por ser los que lucharán enfrentando al pequeño Satán que según sus líderes es Israel y el grande que según estos grupos es EE.UU.
Inmolación como insumo estratégico
Otro principio de acción de estas organizaciones es el sacrificio, la inmolación como plan de trabajo. El hecho de que la vida bajo la ocupación de los infieles no sea un valor supremo, es un hecho que la doctrina del Hezballa plantea como un dogma y el Hamás ha articulado y aglutinado factores en torno a este principio para dar origen a la primera intifada. Desde entonces, se ha ido reforzando la cultura del suicidio, que atrae y entusiasma cada vez a más jóvenes y adolescentes.
Las discusiones en las páginas de Internet islámicas acerca de que la vida es un pasillo hacia el mundo venidero, el salario celestial del suicida, que gozará de la gracia de 72 vírgenes, se multiplican. La muerte, así les predican a los adolescentes, es el arma más importante de la batalla y el plan de lucha sin límites.
Sin disuasión
Israel ha perdido lo mas importante que construyó en términos militares desde su creación como estado, su bien estratégico mas sólido, aún más importante que su capacidad nuclear; la disuasión. Hezballá ha mostrado que es posible luchar hasta un punto que Israel prefiera el cese del fuego y un arreglo político a una victoria militar seguida de acuerdos políticos.
La reacción israelí a veces desproporcionada es un intento constante de recuperar esa disuasión, como aquel vecino que se hace el loco ante un conflicto, para que sus interlocutores piensen, "con este tipo no hay que meterse" y así no lo molesten.
Israel pudo no haber perdido ninguna batalla en particular, y un análisis cuidadoso del resultado de cada batalla podría probar que esta línea de pensamiento es razonable. Pero la pérdida del sentido de lo inevitable de la victoria militar israelí –y la realidad histórica que ello conlleva- es una derrota mucho más profunda para Israel, ya que deja el camino libre para que otras potencias regionales calculen riesgos diferentes de los que afrontaban en el pasado.
Gentileza y fuente. ADNMUNDO
Rubén Weinsteiner
El modelo desarrollado por Hezballa en la última guerra del Líbano de 2006, esta siendo adoptado por el Hamás en Gaza por las fuerzas insurgentes en Irak y los talibanes en Afganistán.
Esta doctrina consiste básicamente en renunciar de entrada al triunfo, tal como lo conocimos hasta ahora, asignando al concepto de empate una valoración de éxito.
Tanto el Hamás como el Hezballa, los insurgentes en Irak y los talibanes en Afganistán, asumen la asimetría, y la presentan como una enorme ventaja a favor de ellos, ya que el enemigo se encuentra obligado a definir el conflicto en forma rápida y categórica, de no hacerlo la comunidad internacional, los medios y los ciudadanos del país enemigo, se convertirán en un factor decisivo en este empate-victoria.
Si analizamos el concepto de triunfo en la guerra clásica, uno de sus atributos mas importantes consiste en poder hacer valer la voluntad del vencedor por sobre la del vencido, mas allá de la ocupación física, militar y política y la destrucción, se gana una guerra cuando se puede imponer la voluntad sobre el enemigo, y esto fue lo que Hezballa consiguió y Hamás intenta conseguir en su enfrentamiento con Israel..
Los conflictos asimétricos, resultan mas largos de lo que a priori parecerían, es como un elefante tratando de matar a un mosquito, y es allí donde el mosquito aprovecha la desesperación del elefante y juega con eso. Le pasó a Israel en el Líbano, le ocurre a hora a las fuerzas de la coalición en Afganistán, y a los EE.UU. con los insurgentes en Irak
El mensaje del Hezballa es, teniendo en cuenta que Israel está equipado con medios tecnológicos sumamente sofisticados, la aspiración debe ser no a vencer, sino a impedir la victoria del enemigo. Se debe crear una imagen de empate. El empate, ha sido presentado como una enorme victoria para el movimiento, a la vez que ha sido vivenciado como una derrota por el establishment y la sociedad Israelí, aún teniendo presente que Israel, destruyó gran parte de la infraestructura del sur del Líbano sufrió diez veces menos bajas de las que produjo, capturó trescientas veces mas prisioneros de los que le fueron capturados, terminó a pocos kilómetros de Beirut y Nasralla, el jefe del Hezballa, y toda la cúpula del movimiento shiíta, no salieron de su escondite durante mas de noventa días.
En esa guerra por primera vez el Ejército israelí se enfrentó a un Ejército árabe y no lo derrotó, no lo dejó incapaz de seguir resistiendo. Ese había sido el resultado en 1948, 1956, 1967, 1973 y 1982.
Israel podría haber fracasado en alcanzar sus objetivos políticos en sus diversas guerras, pero nunca fracasó en imponer su voluntad sobre la fuerza enemiga. Como resultado de esto, todas las naciones y entidades vecinas entendieron que había límites que sólo podrían cruzar si un país estaba dispuesto a aceptar una respuesta israelí aplastante. Todos los países vecinos –Egipto, Jordania, Siria y el Líbano, antes del colapso de la autoridad central- entendieron esto y adaptaron su comportamiento en función de ello. Aun cuando Egipto y Siria iniciaron la guerra en 1973, fue con un entendimiento de que sus objetivos de guerra tenían que ser limitados, que tenían que aceptar la probabilidad de la derrota y concentrarse en maniobras políticas de posguerra y no en expectativas de victoria.
El Hezballa cruzó esos límites, sufrió el golpe demoledor Israelí, pero no fue Knock out.
El Islam como distrito
El lema de Al Fatah, siempre fue "Revolución hasta la victoria", los líderes del Hezballa y del Hamás, en cambio, preparan a sus cuadros para luchar en una guerra que no tienen que ganar, solo empatar.
Esta estrategia, no presenta metas ni mediciones para verificar el éxito. El fracaso resulta imposible. No hay en ella, ninguna aspiración a la liberación de la patria, dado que la lucha no es por territorio, y no hay consignas nacionalistas, ni siquiera panárabes del tipo "Biladi, Biladi" (Patria) en los cánticos coreados en las manifestaciones, debido a que no aspiran a una independencia política. ¿A qué aspira, entonces, Hamás el Hezballa los insurgentes en Irak y los talibanes?
Se trata de la lucha por el Islam y no por un país específico y determinado. La gente del movimiento no necesita definirse como "guerreros de la libertad" o como "patriotas", sino como quienes luchan por la restitución del lugar que el Islam ha perdido, su revolución no se verifica con la conquista de un territorio, sino con la instauración del Islam como forma jurídica, política y social de vida.
Es por eso que tanto el Hamás como El Hezballa adoptaron la doctrina que no hay preferencia de una arena por otra, ni un límite que sea más importante que los demás. El territorio y las fronteras son sólo eslabones en la lucha por el establecimiento de un califato islámico y la historia le ha destinado al Hezballá y al Hamás un importante rol en esta lucha por ser los que lucharán enfrentando al pequeño Satán que según sus líderes es Israel y el grande que según estos grupos es EE.UU.
Inmolación como insumo estratégico
Otro principio de acción de estas organizaciones es el sacrificio, la inmolación como plan de trabajo. El hecho de que la vida bajo la ocupación de los infieles no sea un valor supremo, es un hecho que la doctrina del Hezballa plantea como un dogma y el Hamás ha articulado y aglutinado factores en torno a este principio para dar origen a la primera intifada. Desde entonces, se ha ido reforzando la cultura del suicidio, que atrae y entusiasma cada vez a más jóvenes y adolescentes.
Las discusiones en las páginas de Internet islámicas acerca de que la vida es un pasillo hacia el mundo venidero, el salario celestial del suicida, que gozará de la gracia de 72 vírgenes, se multiplican. La muerte, así les predican a los adolescentes, es el arma más importante de la batalla y el plan de lucha sin límites.
Sin disuasión
Israel ha perdido lo mas importante que construyó en términos militares desde su creación como estado, su bien estratégico mas sólido, aún más importante que su capacidad nuclear; la disuasión. Hezballá ha mostrado que es posible luchar hasta un punto que Israel prefiera el cese del fuego y un arreglo político a una victoria militar seguida de acuerdos políticos.
La reacción israelí a veces desproporcionada es un intento constante de recuperar esa disuasión, como aquel vecino que se hace el loco ante un conflicto, para que sus interlocutores piensen, "con este tipo no hay que meterse" y así no lo molesten.
Israel pudo no haber perdido ninguna batalla en particular, y un análisis cuidadoso del resultado de cada batalla podría probar que esta línea de pensamiento es razonable. Pero la pérdida del sentido de lo inevitable de la victoria militar israelí –y la realidad histórica que ello conlleva- es una derrota mucho más profunda para Israel, ya que deja el camino libre para que otras potencias regionales calculen riesgos diferentes de los que afrontaban en el pasado.
Gentileza y fuente. ADNMUNDO
Hay bastante de cierto en lo que se expone en el artículo, pero olvida mencionar un dato imprescindible: si se da un empate es porque quien tiene la capacidad de ganar no se decide a hacerlo. No emplea todos los medios a su alcance para lograr la victoria por miedo a parecer demasiado fuerte y perder apoyo de una opinión pública que ve la realidad a golpe de películas en las que el "bueno" no debe usar su fuerza y tiene que jugar siempre bajo unas reglas estrictas y generosas para con el "malo". En cambio este tiene total libertad para hacer lo que se le antoje. Pero la realidad es otra. ¿Alguien cree realmente que Israel no puede acabar drásticamente con hezbolá o hamás si se lo propone? ¿o los USA con alqaeda y compañia? El problema es que no terminan de entender el peligro que suponen estos grupos y que los daños pueden estar siempre limitados.
Se equivocan. Al enemigo hay que derrotarlo utilizando todo lo que se tiene, sin dejarle la más mínima posibilidad de reacción. El empate no nos vale.
Etiquetas: Islamofascismo, Israel, La legislatura de la paz infinita
1 comentarios:
Totalmente de acuerdo, al enemigo no se le pueden dar concesiones siempre acabara utilizándolas para reorganizar el ataque.
De MONMAR, A las 2/04/2008 2:06 a. m.
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