El derecho y el deber de defendernos
Tres apuntes sobre Irán, Irak y la guerra.
"La guerra no es la respuesta", decía la pegatina del coche detrás del cual aparqué. Habiendo llegado demasiado pronto a mi cita para cortarme el pelo, decidí sentarme un rato y reflexionar sobre la solemnidad de ese mensaje. "La guerra no es la respuesta"; ¿a qué? ¿A la no-guerra? ¿A, digamos, el ataque japonés por sorpresa a Pearl Harbor? ¿A la invasión de Polonia por parte de Alemania en 1939? ¿Al ataque simultáneo de varias naciones árabes contra el Estado recién certificado por Naciones Unidas de Israel en 1948?
El conductor que puso esa pegatina, sin duda, conoce una respuesta "pacífica" o "diplomática" a todas las guerras de la historia. Dado que él o ella parece rechazar completamente la noción de "guerra justa", decidí esperar un poco con la esperanza de que volviera para iluminarme.
¿Qué hacer, por ejemplo, con el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, que amenaza directamente a Estados Unidos? "Con la voluntad y la fuerza de Alá, pronto tendremos un mundo sin Estados Unidos ni sionismo". Hace bien poco desarrolló la idea. En conversaciones en Qatar con el primer ministro palestino Ismail Haniyeh, Ahmadinejad dijo: "El régimen sionista fue creado para establecer el dominio de estados arrogantes sobre la región y permitir al enemigo penetrar en el corazón de las tierras musulmanas". Haniyeh aseguró que Israel estaba "al borde de la desaparición". "No hay duda de que la nación palestina y los musulmanes en conjunto emergerán victoriosos", dijo el presidente iraní a Haniyeh.
Puesto que "la guerra no es la respuesta", ¿cómo respondería a esto el señor o señora Pegatina? ¿Lo ignoraría? Pero no parece que Ahmadinejad tenga intención de hacer lo mismo. ¿Tomaría entonces medidas? Por supuesto que no, puesto que si "la guerra no es la respuesta" es de suponer que tampoco lo es la "guerra preventiva".
¿Qué hay del reciente informe de nuestro ejército acerca de pruebas "evidentes" del envío directo de municiones a "los insurgentes" en Irak por parte de Irán? Tras tres elecciones en Irak en las que votó casi el 80% de los iraquíes convocados, tras la aprobación de una constitución, tras el establecimiento de un gobierno multiétnico, el Irán revisionista del Holocausto envía dinero, municiones e Inteligencia para destruir el aún débil Gobierno de Irak. Un consejo, por favor.
Israel, el país que Irán pretende "borrar del mapa", se retiró por completo de la franja de Gaza. A cambio, los palestinos bombardearon Israel con misiles y secuestraron a un soldado. Mientras tanto, en el sur del Líbano, delante de las narices de "los pacificadores" de Naciones Unidas, el grupo terrorista Hezbolá, financiado por Irán, amasaba un arsenal de miles de proyectiles, del que una porción sustancial acabó lloviendo sobre ciudades y aldeas israelíes durante la guerra de Hezbolá-Líbano-Siria-Irán contra Israel. ¿Cuál es, pues, "la respuesta"?
¿Qué hay de la Segunda Guerra Mundial, un conflicto catastrófico que acabó en más de 50 millones de muertos militares y civiles? Winston Churchill escribió que si Francia y Gran Bretaña hubieran hecho algo para detener a Hitler lo suficientemente pronto, toda la guerra se podría haber evitado. Pero, claro, "la guerra preventiva" no deja de ser una guerra, ¿no?
Irán afirma buscar el enriquecimiento de uranio para fines pacíficos. Pero la Agencia Internacional de la Energía Atómica no puede corroborar esas alegaciones. Mientras tanto, miembros de Naciones Unidas como Rusia venden a Irán tecnología nuclear. China negocia acuerdos con Irán con el fin de garantizarse un suministro continuo de petróleo. Si "la guerra no es la respuesta", ¿qué hay de vender tecnología nuclear cuando el comprador dice que otro estado de Naciones Unidas debe ser barrido del mapa? Tampoco tengo muy claro cuál es la respuesta que se debería dar a uno de los predecesores de Ahmadinejad, Hashemi Rafsanjani, cuando afirmó que "el uso de una bomba nuclear contra Israel destruiría completamente Israel, mientras que contra el mundo islámico sólo causaría algunos daños. Semejante escenario no es inconcebible."
Pero esto sólo afectaría a Israel. ¿Qué hay de Europa y Estados Unidos?
La fatwa de 1998 de Osama bin Laden animaba a los musulmanes a atentar contra civiles norteamericanos como "deber religioso". Michael Scheuer, que creó y gestionó la unidad Bin Laden de la CIA, afirma que en el 2003 bin Laden hizo que el jeque saudí decretase una fatwa autorizando el uso de armas nucleares contra los estadounidenses para responder a los musulmanes muertos "en la guerra santa". El periodista jordano Fouad Hussein entrevistó, para su libro "Al-Zarqawi: la segunda generación de Al-Qaeda", a varios de los principales lugartenientes de Bin Laden, incluyendo al difunto Abú Musab al-Zarqawi. Hussein traza la estrategia de siete fases de al-Qaeda, siendo la primera "un despertar" de los musulmanes en todo el mundo tras los ataques del 11 de Septiembre. El plan culmina con "la victoria definitiva" de 1.500 millones de musulmanes" y el establecimiento de un califato islámico global hacia el 2020.
La comisión Baker-Hamilton quiere "diálogo" con Siria e Irán. Pero Naciones Unidas implica a Siria en el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri. Más recientemente asesinaron a Pierre Gemayel, el importante ministro de industria libanés, otro crítico de Siria.
Vaya, llego tarde para mi cita. De modo que "la respuesta" alternativa a la guerra tendrá que esperar a que me corten el pelo y me arreglen el bigote.
http://www.libertaddigital.com
El grupo de ancianos ilustres ha difundido su plan de 79 puntos. ¿Qué trae de nuevo? Bueno, parece que Irak va a ser objeto de algo llamado "Grupo Internacional de Apoyo a Irak”. Si a Neville Chamberlain se le hubiera ocurrido proponer un "grupo de apoyo” a Checoslovaquia, puede que aún estuviera en su cargo. O de colaborador invitado en el programa de Oprah.
Pero parece que tales destellos de originalidad son pocos en lo que básicamente es un testamento del sentido común. ¿Cuán convencional es el sentido común de Baker y los suyos? Vea la página 49:
RECOMENDACIÓN 5: El Grupo de Apoyo debería estar formado por Irak y todos los estados fronterizos, incluyendo a Irán y Siria...
Eeeeh, vale, supongo que eso es lo que los "realistas” cabezotas llaman realismo. Pero espere, que no hemos acabado, Para este "Grupo de Apoyo”, necesitamos un modelo de sala de juntas extra grande. Además de Turquía, Siria, Jordania, Arabia Saudí, Irán y Kuwait, este grupo de abuelos pro rendición en Irak también quiere invitar:
...estados clave en la región, incluyendo a Egipto y los estados del Golfo...
Eeeeh, vale. De modo que básicamente, sería una cumbre de la Liga Árabe. No es un "Grupo de Apoyo” al que yo personalmente pediría apoyo jamás, pero que cada cual haga lo que quiera. Pero espere, que el secretario Baker sólo estaba calentando:
...los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas...
Eso es Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China. Un quinteto diverso que representa enfoques muy distintos para solucionar los asuntos internacionales, que van desde la arrogancia con estilo al Polonio 210. ¿Alguien más?
...la Unión Europea...
Oye, ¿por qué no? No se es verdaderamente multilateral a menos que haya un belga en la mesa, ¿no? ¡Ah! Tampoco debemos olvidarnos de esto:
...el Grupo de Apoyo debe pedir la participación del secretario general de Naciones Unidas en su trabajo. El secretario general de Naciones Unidas debe designar un enviado especial como representante suyo...
Desde luego. Pero debería ser alguien con verdadera influencia, como Benon Sevan, el ex director del programa Petróleo por Alimentos, que recientemente, eh, abandonaba el cargo; o Maurice Strong, el subsecretario general para la Reforma de la ONU y padre de Kyoto que, por un motivo u otro, actualmente está, digamos, excluido; o Alexander Yakovlev, el alto funcionario de la procuraduría de la ONU para pacificación que también se encuentra procesado, esto, quiero decir de baja. No hay límites para los grandes talentos de la ONU, ahora que John Bolton ha sido expulsado de sus dependencias.
De modo que ahí lo tiene: un "Grupo de Apoyo” a Irak que reúne a la Liga Árabe, la Unión Europea, Irán, Rusia, China y la ONU. ¿Cómo quejarse con un apoyo como éste? Funcionó en Darfur, donde la comunidad internacional alcanzó el acuerdo unánime sobre la urgente necesidad de alquilar un zeppelín que sobrevolara la sitiada región arrastrando una gran pancarta que decía: "Estáis jodidos". Lo pueden trasladar a Bagdad.
Pero en caso de que alguien crea que no existe un criterio mínimo de admisión en el "Grupo de Apoyo” de James Baker, relájese. Su pertenencia está muy restringida: árabes, persas, comunistas chinos, obstruccionistas franceses y escuadrones rusos de la muerte. Pero judíos no, pese a que Israel es el único país al que se exige que haga concesiones a cambio de nada: devolución de los Altos del Golán, etc. En la práctica, si este documento tiene alguna novedad valiosa está en la unión de dos franquicias de éxito al estilo Frankenstein contra el hombre lobo: una huida con el rabo entre las piernas al estilo Vietnam, pero con los judíos como chivo expiatorio. Guau. Eso es lo que Hollywood llamaría un éxito seguro.
No se sabe muy bien cómo alguien –aunque sea un chapuzas político incompetente y corto de miras, cuyos brillantes consejos incluyen decir al primer Bush que a nadie le importaría si abandonaba el juramento "lea mis labios: no aumentaré los impuestos"– puede creer que es inteligente hipotecar el futuro de Irak con algo tan intratable como es el "derecho de retorno” palestino. Y, de hecho, ¿cómo se incluyó ese concepto tan descuidadamente en un documento firmado por dos ex secretarios de estado, dos ex senadores, un ex fiscal general, un juez del Tribunal Supremo, un secretario de defensa, congresistas, etc.? Han sido, con diferencia, los norteamericanos más prominentes que hayan legitimado jamás un concepto cuyo mismo propósito es hacer imposible cualquier entidad sionista. No estoy entre quienes piensan que, por el hecho de que gran parte de la carrera post-gubernamental de James Baker ha estado financiada a manos llenas por los saudíes, éste se limite a ejercer de filial del Rey Abdalá, pero es sorprendente que este documento encaje tan bien en las patologías del enemigo.
Y esto es antes de empezar con lo de Irán y Siria. Tan tajante y específico en lo que respecta a los israelíes, Baker se derrite cuando se tropieza con ese mismo Assad que se está abriendo camino a asesinatos contra la decreciente comunidad cristiana del Líbano, o con el mismo Ahmadinejad que está haciendo los últimos retoques a los misiles nucleares iraníes. Siria, afirman los abuelitos por la rendición, "debe controlar su frontera con Irak”. Vaya, eso es algo que a nadie excepto a estos genios se le habría podido ocurrir jamás.
En realidad, Siria no necesita "controlar su frontera con Irak”. Irak necesita controlar su frontera con Siria. Y mientras el tráfico vaya en un solo sentido (porque se ha permitido que Siria ataque Irak con impunidad durante 3 años) a Assad le viene estupendamente. Los abuelitos por la rendición afirman que Irán y Siria tienen "interés en evitar el caos en Irak”. Esta conclusión, por decirlo suavemente, es una noticia sorprendente para iraníes y sirios, que llevan mucho tiempo actuando bajo la idea de que les interesa todo el caos posible en Irak. Para empezar, los norteamericanos se llevan la culpa, lo que reduce su influencia en Oriente Medio en general, y entre los movimientos de oposición de Irán y Siria en particular. Además, el hecho de que todo el mundo sepa que están fomentando ese caos da una tremenda credibilidad a los mulás, Assad y sus satélites en el resto del mundo musulmán. James Baker ha logrado la perfecta reducción al absurdo de la autoadulación diplomática: es menos racional que Mahmoud Ahmadinejad.
Si tienen suerte, este documento será tirado a la basura y estos hombres y mujeres no serán más que un hazmerreír para la posteridad. Pero si no lo hacen y nos guiamos por sus recomendaciones, entonces el comisión Baker será emblemático de algo mucho peor. El "Grupo de Apoyo” es una "conferencia de paz”, y Baker quiere que Washington acate lo que allí se decida. No resulta sorprendente que Siria exija ya concesiones a Estados Unidos. ¿Cuál es la superpotencia y cuál es el estado de tercera división dependiente de la ayuda exterior? A juzgar por la cobertura mediática en Europa y Oriente Medio a la comisión Baker, resulta condenadamente difícil de decir.
Mis primeras visitas a Iraq sucedieron hace mucho tiempo, dos veces en el mismo año. Entonces corrían ríos de alcohol por Bagdad –único desliz visible que el régimen baasista, en teoría laico, se permitía en un país musulmán–, los funcionarios del partido exhibían su lujo hortera de nuevos ricos y el aburrimiento señoreaba la capital más aun que las arbitrariedades represivas de Saddam y su cáfila de cómplices. Los iraquíes –que, como buenos musulmanes, no saben beber por no haber perdido el sentido de transgresión ante el alcohol– bebían mucho, para emborracharse, no para disfrutar del consumo pausado y, sobre todo, en compañía, a ser posible femenina (eventualidad quimérica en el entorno).
La represión soterrada de los chiíes asomaba en ocasiones, por ejemplo cuando el acompañante obligatorio que me destinaron evitaba las grandes mezquitas y mausoleos de la Chía como si se tratara de visitar al diablo: el hombre no quería líos. Jugábamos un peligroso juego: él intentando controlarme para que no hiciera nada sin su supervisión (es decir, limitar mi estadía en el país a atiborrarme, en el hotel, de vino francés y sesos) y yo dándole esquinazo para hacer lo que me apetecía, verbigracia visitar las mezquitas chiíes, por osado que resultara introducirse, como mortadela, en el bocadillo de tensiones protagonizadas por el gobierno desde arriba y la muy perseguida grey de adoradores de Alí, Husein y restante parentela por abajo. Troté por lugares arrasados meses después en la guerra que Saddam desencadenó contra Irán (El-Gorna, las marismas del Tigris, Abu-l-Jasib, Fao, el mismo Shatt el-‘Arab). Ni nostalgia me queda recordando aquel país subdesarrollado cuya renta per capita era igual a la española del tiempo. Pero, una vez más, el dato no significaba nada: mientras en España el reparto mucho mejor de los ingresos, la diversificación económica, laboral, etc. eran un hecho, allá sólo se beneficiaban de las ventas del petróleo (único producto de exportación) los vendedores de armas, los adictos al tirano y su círculo tribal, bien pertrechados de gruesas sortijas de oro, de automóviles kitsch y chequeras bien surtidas con las que, mundo adelante, no sabían ni qué comprar, dada su ignorancia y tosquedad.
De aquella, el Iraq no interesaba a nadie, excepción de franceses, alemanes, rusos, chinos o americanos dispuestos a venderles algo o a erigir monumentales banalidades que dejaran constancia futura de las glorias y grandeza de Saddam. Pero nuestra naciente opinión pública confundía –igual que ahora– Iraq con Irán, se interesaba más bien nada por los concienzudos exterminios de comunistas y opositores en general y se guardaba de formularse o formular preguntas. En época mucho más reciente (15 de marzo de 2004, ojo a la fecha) un dirigente socialista o algo así, de nombre Santesmases, me espetó muy convencido que en el Iraq de Saddam existía libertad de expresión porque así se lo había declarado un alto funcionario: Sancta simplicitas, le contesté.
Este miércoles han asesinado a setenta iraquíes con un coche-bomba en la plaza at-Tayaran, el martes fueron treinta y cinco, el jueves serán cincuenta y al otro sabe Dios. La filiación religiosa o las simpatías políticas de los muertos no importan, pero sí su circunstancia, amén de su condición humana y su inocencia absoluta ante el crimen. Esta vez eran albañiles, electricistas, carpinteros que ofrecían sus humildes e imprescindibles servicios a la vieja usanza, ya olvidada en este país de señoritos: arrimados contra un muro, pacientes y dominando la ansiedad, como los plomeros y pintores mexicanos del Zócalo, como los peones agrícolas de tantos lugares de América o los jornaleros andaluces y extremeños que tan lejos no quedan. Otro día asesinan a lavanderas, camareros o infelices aspirantes a formar parte del Ejército o la Policía locales, en un sitio donde ganar unos dinares para subsistir es una hazaña; o matan a niños que se acercaron a unos americanos para recoger dulces. Da igual.
No es que la invasión americana haya destruido la economía nacional, es que ésta, sencillamente, no existía. Mal encubierta la carencia de lo que los economistas denominan "tejido productivo" por los ingresos petrolíferos, al fallar éstos en una u otra medida, la pobreza y el subdesarrollo muestran su verdadera naturaleza y dimensión, evidentes desde la primera guerra del Golfo, cuando faltaban luengos años para el derrocamiento del dictador, sólo acaecido por la intervención exterior. Pero éstas son consideraciones políticas y económicas de las llamadas "macro", algo muy alejado de las vidas de privaciones, oscurantismo y desesperanza sufridas durante muchos años por los setenta asesinados del día. Detrás de ellos hay otras tantas familias que lloran y se angustian pensando en cómo suplir los mínimos ingresos del desaparecido. Y así a diario.
Sin melodramatismo, es la realidad última e indiscutible, la tragedia de muchos miles de víctimas del terrorismo islamista. Matan a musulmanes sin conocerlos, de modo despiadado y ciego –claro que la mayoría son chiíes, lo cual requiere matices y recuerdos históricos que ahora no podemos abordar–, indiferentes los criminales ante tanto horror, tanta desgracia por ellos provocada. ¿Aterrorizar a la población es luchar contra Estados Unidos? ¿Por qué no limitan sus acciones a combatir contra los norteamericanos, lo que, desde su punto de vista, tendría una lógica? ¿Quién ha investido a los jefes de las bandas islamistas del derecho a disponer de las vidas de sus correligionarios (y no digo compatriotas porque la mayor parte de los asesinos no son iraquíes)? ¿Por qué nuestros progres cargan globalmente en el debe de los americanos unas muertes que no han producido? ¿Por qué engordan con tanta fruición como falta de datos contrastados las cifras de víctimas? ¿De verdad se creen que contra Saddamlos iraquíes vivían mejor? Jamás van a reconocer que se regodean con las andanzas de Drácula, el Hombre Lobo y el Monstruo de Frankenstein porque, en el fondo, ser "conciencia crítica" a distancia es un ejercicio útil y cómodo: favorece una buena digestión y exime de meterse en problemas de por aquí cerquita.
¡Qué fácil resulta ser pacifista cuando tienes las espaldas bien cubiertas! ¡qué poco les importa a estos progres de eurabia el sufrimiento de pueblos enteros a manos de tiranos tercermundistas! ¡cómo admiran a estos dictadores manchados de sangre inocente!
Todos tenemos el derecho a defendernos de la opresión, pero también el deber de hacerlo. Sobre todo cuando hay gente que depende de nosotros para su seguridad.
Y tenemos el derecho y el deber de exigirle al estado que nos defienda. Si no lo hace está cayendo en el delito de traición.
Si "la guerra no es la respuesta", ¿cuál es?
Larry Elder
"La guerra no es la respuesta", decía la pegatina del coche detrás del cual aparqué. Habiendo llegado demasiado pronto a mi cita para cortarme el pelo, decidí sentarme un rato y reflexionar sobre la solemnidad de ese mensaje. "La guerra no es la respuesta"; ¿a qué? ¿A la no-guerra? ¿A, digamos, el ataque japonés por sorpresa a Pearl Harbor? ¿A la invasión de Polonia por parte de Alemania en 1939? ¿Al ataque simultáneo de varias naciones árabes contra el Estado recién certificado por Naciones Unidas de Israel en 1948?
El conductor que puso esa pegatina, sin duda, conoce una respuesta "pacífica" o "diplomática" a todas las guerras de la historia. Dado que él o ella parece rechazar completamente la noción de "guerra justa", decidí esperar un poco con la esperanza de que volviera para iluminarme.
¿Qué hacer, por ejemplo, con el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, que amenaza directamente a Estados Unidos? "Con la voluntad y la fuerza de Alá, pronto tendremos un mundo sin Estados Unidos ni sionismo". Hace bien poco desarrolló la idea. En conversaciones en Qatar con el primer ministro palestino Ismail Haniyeh, Ahmadinejad dijo: "El régimen sionista fue creado para establecer el dominio de estados arrogantes sobre la región y permitir al enemigo penetrar en el corazón de las tierras musulmanas". Haniyeh aseguró que Israel estaba "al borde de la desaparición". "No hay duda de que la nación palestina y los musulmanes en conjunto emergerán victoriosos", dijo el presidente iraní a Haniyeh.
Puesto que "la guerra no es la respuesta", ¿cómo respondería a esto el señor o señora Pegatina? ¿Lo ignoraría? Pero no parece que Ahmadinejad tenga intención de hacer lo mismo. ¿Tomaría entonces medidas? Por supuesto que no, puesto que si "la guerra no es la respuesta" es de suponer que tampoco lo es la "guerra preventiva".
¿Qué hay del reciente informe de nuestro ejército acerca de pruebas "evidentes" del envío directo de municiones a "los insurgentes" en Irak por parte de Irán? Tras tres elecciones en Irak en las que votó casi el 80% de los iraquíes convocados, tras la aprobación de una constitución, tras el establecimiento de un gobierno multiétnico, el Irán revisionista del Holocausto envía dinero, municiones e Inteligencia para destruir el aún débil Gobierno de Irak. Un consejo, por favor.
Israel, el país que Irán pretende "borrar del mapa", se retiró por completo de la franja de Gaza. A cambio, los palestinos bombardearon Israel con misiles y secuestraron a un soldado. Mientras tanto, en el sur del Líbano, delante de las narices de "los pacificadores" de Naciones Unidas, el grupo terrorista Hezbolá, financiado por Irán, amasaba un arsenal de miles de proyectiles, del que una porción sustancial acabó lloviendo sobre ciudades y aldeas israelíes durante la guerra de Hezbolá-Líbano-Siria-Irán contra Israel. ¿Cuál es, pues, "la respuesta"?
¿Qué hay de la Segunda Guerra Mundial, un conflicto catastrófico que acabó en más de 50 millones de muertos militares y civiles? Winston Churchill escribió que si Francia y Gran Bretaña hubieran hecho algo para detener a Hitler lo suficientemente pronto, toda la guerra se podría haber evitado. Pero, claro, "la guerra preventiva" no deja de ser una guerra, ¿no?
Irán afirma buscar el enriquecimiento de uranio para fines pacíficos. Pero la Agencia Internacional de la Energía Atómica no puede corroborar esas alegaciones. Mientras tanto, miembros de Naciones Unidas como Rusia venden a Irán tecnología nuclear. China negocia acuerdos con Irán con el fin de garantizarse un suministro continuo de petróleo. Si "la guerra no es la respuesta", ¿qué hay de vender tecnología nuclear cuando el comprador dice que otro estado de Naciones Unidas debe ser barrido del mapa? Tampoco tengo muy claro cuál es la respuesta que se debería dar a uno de los predecesores de Ahmadinejad, Hashemi Rafsanjani, cuando afirmó que "el uso de una bomba nuclear contra Israel destruiría completamente Israel, mientras que contra el mundo islámico sólo causaría algunos daños. Semejante escenario no es inconcebible."
Pero esto sólo afectaría a Israel. ¿Qué hay de Europa y Estados Unidos?
La fatwa de 1998 de Osama bin Laden animaba a los musulmanes a atentar contra civiles norteamericanos como "deber religioso". Michael Scheuer, que creó y gestionó la unidad Bin Laden de la CIA, afirma que en el 2003 bin Laden hizo que el jeque saudí decretase una fatwa autorizando el uso de armas nucleares contra los estadounidenses para responder a los musulmanes muertos "en la guerra santa". El periodista jordano Fouad Hussein entrevistó, para su libro "Al-Zarqawi: la segunda generación de Al-Qaeda", a varios de los principales lugartenientes de Bin Laden, incluyendo al difunto Abú Musab al-Zarqawi. Hussein traza la estrategia de siete fases de al-Qaeda, siendo la primera "un despertar" de los musulmanes en todo el mundo tras los ataques del 11 de Septiembre. El plan culmina con "la victoria definitiva" de 1.500 millones de musulmanes" y el establecimiento de un califato islámico global hacia el 2020.
La comisión Baker-Hamilton quiere "diálogo" con Siria e Irán. Pero Naciones Unidas implica a Siria en el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri. Más recientemente asesinaron a Pierre Gemayel, el importante ministro de industria libanés, otro crítico de Siria.
Vaya, llego tarde para mi cita. De modo que "la respuesta" alternativa a la guerra tendrá que esperar a que me corten el pelo y me arreglen el bigote.
http://www.libertaddigital.com
Frankenstein contra el hombre lobo
Mark Steyn
El grupo de ancianos ilustres ha difundido su plan de 79 puntos. ¿Qué trae de nuevo? Bueno, parece que Irak va a ser objeto de algo llamado "Grupo Internacional de Apoyo a Irak”. Si a Neville Chamberlain se le hubiera ocurrido proponer un "grupo de apoyo” a Checoslovaquia, puede que aún estuviera en su cargo. O de colaborador invitado en el programa de Oprah.
Pero parece que tales destellos de originalidad son pocos en lo que básicamente es un testamento del sentido común. ¿Cuán convencional es el sentido común de Baker y los suyos? Vea la página 49:
RECOMENDACIÓN 5: El Grupo de Apoyo debería estar formado por Irak y todos los estados fronterizos, incluyendo a Irán y Siria...
Eeeeh, vale, supongo que eso es lo que los "realistas” cabezotas llaman realismo. Pero espere, que no hemos acabado, Para este "Grupo de Apoyo”, necesitamos un modelo de sala de juntas extra grande. Además de Turquía, Siria, Jordania, Arabia Saudí, Irán y Kuwait, este grupo de abuelos pro rendición en Irak también quiere invitar:
...estados clave en la región, incluyendo a Egipto y los estados del Golfo...
Eeeeh, vale. De modo que básicamente, sería una cumbre de la Liga Árabe. No es un "Grupo de Apoyo” al que yo personalmente pediría apoyo jamás, pero que cada cual haga lo que quiera. Pero espere, que el secretario Baker sólo estaba calentando:
...los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas...
Eso es Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China. Un quinteto diverso que representa enfoques muy distintos para solucionar los asuntos internacionales, que van desde la arrogancia con estilo al Polonio 210. ¿Alguien más?
...la Unión Europea...
Oye, ¿por qué no? No se es verdaderamente multilateral a menos que haya un belga en la mesa, ¿no? ¡Ah! Tampoco debemos olvidarnos de esto:
...el Grupo de Apoyo debe pedir la participación del secretario general de Naciones Unidas en su trabajo. El secretario general de Naciones Unidas debe designar un enviado especial como representante suyo...
Desde luego. Pero debería ser alguien con verdadera influencia, como Benon Sevan, el ex director del programa Petróleo por Alimentos, que recientemente, eh, abandonaba el cargo; o Maurice Strong, el subsecretario general para la Reforma de la ONU y padre de Kyoto que, por un motivo u otro, actualmente está, digamos, excluido; o Alexander Yakovlev, el alto funcionario de la procuraduría de la ONU para pacificación que también se encuentra procesado, esto, quiero decir de baja. No hay límites para los grandes talentos de la ONU, ahora que John Bolton ha sido expulsado de sus dependencias.
De modo que ahí lo tiene: un "Grupo de Apoyo” a Irak que reúne a la Liga Árabe, la Unión Europea, Irán, Rusia, China y la ONU. ¿Cómo quejarse con un apoyo como éste? Funcionó en Darfur, donde la comunidad internacional alcanzó el acuerdo unánime sobre la urgente necesidad de alquilar un zeppelín que sobrevolara la sitiada región arrastrando una gran pancarta que decía: "Estáis jodidos". Lo pueden trasladar a Bagdad.
Pero en caso de que alguien crea que no existe un criterio mínimo de admisión en el "Grupo de Apoyo” de James Baker, relájese. Su pertenencia está muy restringida: árabes, persas, comunistas chinos, obstruccionistas franceses y escuadrones rusos de la muerte. Pero judíos no, pese a que Israel es el único país al que se exige que haga concesiones a cambio de nada: devolución de los Altos del Golán, etc. En la práctica, si este documento tiene alguna novedad valiosa está en la unión de dos franquicias de éxito al estilo Frankenstein contra el hombre lobo: una huida con el rabo entre las piernas al estilo Vietnam, pero con los judíos como chivo expiatorio. Guau. Eso es lo que Hollywood llamaría un éxito seguro.
No se sabe muy bien cómo alguien –aunque sea un chapuzas político incompetente y corto de miras, cuyos brillantes consejos incluyen decir al primer Bush que a nadie le importaría si abandonaba el juramento "lea mis labios: no aumentaré los impuestos"– puede creer que es inteligente hipotecar el futuro de Irak con algo tan intratable como es el "derecho de retorno” palestino. Y, de hecho, ¿cómo se incluyó ese concepto tan descuidadamente en un documento firmado por dos ex secretarios de estado, dos ex senadores, un ex fiscal general, un juez del Tribunal Supremo, un secretario de defensa, congresistas, etc.? Han sido, con diferencia, los norteamericanos más prominentes que hayan legitimado jamás un concepto cuyo mismo propósito es hacer imposible cualquier entidad sionista. No estoy entre quienes piensan que, por el hecho de que gran parte de la carrera post-gubernamental de James Baker ha estado financiada a manos llenas por los saudíes, éste se limite a ejercer de filial del Rey Abdalá, pero es sorprendente que este documento encaje tan bien en las patologías del enemigo.
Y esto es antes de empezar con lo de Irán y Siria. Tan tajante y específico en lo que respecta a los israelíes, Baker se derrite cuando se tropieza con ese mismo Assad que se está abriendo camino a asesinatos contra la decreciente comunidad cristiana del Líbano, o con el mismo Ahmadinejad que está haciendo los últimos retoques a los misiles nucleares iraníes. Siria, afirman los abuelitos por la rendición, "debe controlar su frontera con Irak”. Vaya, eso es algo que a nadie excepto a estos genios se le habría podido ocurrir jamás.
En realidad, Siria no necesita "controlar su frontera con Irak”. Irak necesita controlar su frontera con Siria. Y mientras el tráfico vaya en un solo sentido (porque se ha permitido que Siria ataque Irak con impunidad durante 3 años) a Assad le viene estupendamente. Los abuelitos por la rendición afirman que Irán y Siria tienen "interés en evitar el caos en Irak”. Esta conclusión, por decirlo suavemente, es una noticia sorprendente para iraníes y sirios, que llevan mucho tiempo actuando bajo la idea de que les interesa todo el caos posible en Irak. Para empezar, los norteamericanos se llevan la culpa, lo que reduce su influencia en Oriente Medio en general, y entre los movimientos de oposición de Irán y Siria en particular. Además, el hecho de que todo el mundo sepa que están fomentando ese caos da una tremenda credibilidad a los mulás, Assad y sus satélites en el resto del mundo musulmán. James Baker ha logrado la perfecta reducción al absurdo de la autoadulación diplomática: es menos racional que Mahmoud Ahmadinejad.
Si tienen suerte, este documento será tirado a la basura y estos hombres y mujeres no serán más que un hazmerreír para la posteridad. Pero si no lo hacen y nos guiamos por sus recomendaciones, entonces el comisión Baker será emblemático de algo mucho peor. El "Grupo de Apoyo” es una "conferencia de paz”, y Baker quiere que Washington acate lo que allí se decida. No resulta sorprendente que Siria exija ya concesiones a Estados Unidos. ¿Cuál es la superpotencia y cuál es el estado de tercera división dependiente de la ayuda exterior? A juzgar por la cobertura mediática en Europa y Oriente Medio a la comisión Baker, resulta condenadamente difícil de decir.
Las víctimas de Iraq
Serafín Fanjul
Mis primeras visitas a Iraq sucedieron hace mucho tiempo, dos veces en el mismo año. Entonces corrían ríos de alcohol por Bagdad –único desliz visible que el régimen baasista, en teoría laico, se permitía en un país musulmán–, los funcionarios del partido exhibían su lujo hortera de nuevos ricos y el aburrimiento señoreaba la capital más aun que las arbitrariedades represivas de Saddam y su cáfila de cómplices. Los iraquíes –que, como buenos musulmanes, no saben beber por no haber perdido el sentido de transgresión ante el alcohol– bebían mucho, para emborracharse, no para disfrutar del consumo pausado y, sobre todo, en compañía, a ser posible femenina (eventualidad quimérica en el entorno).
La represión soterrada de los chiíes asomaba en ocasiones, por ejemplo cuando el acompañante obligatorio que me destinaron evitaba las grandes mezquitas y mausoleos de la Chía como si se tratara de visitar al diablo: el hombre no quería líos. Jugábamos un peligroso juego: él intentando controlarme para que no hiciera nada sin su supervisión (es decir, limitar mi estadía en el país a atiborrarme, en el hotel, de vino francés y sesos) y yo dándole esquinazo para hacer lo que me apetecía, verbigracia visitar las mezquitas chiíes, por osado que resultara introducirse, como mortadela, en el bocadillo de tensiones protagonizadas por el gobierno desde arriba y la muy perseguida grey de adoradores de Alí, Husein y restante parentela por abajo. Troté por lugares arrasados meses después en la guerra que Saddam desencadenó contra Irán (El-Gorna, las marismas del Tigris, Abu-l-Jasib, Fao, el mismo Shatt el-‘Arab). Ni nostalgia me queda recordando aquel país subdesarrollado cuya renta per capita era igual a la española del tiempo. Pero, una vez más, el dato no significaba nada: mientras en España el reparto mucho mejor de los ingresos, la diversificación económica, laboral, etc. eran un hecho, allá sólo se beneficiaban de las ventas del petróleo (único producto de exportación) los vendedores de armas, los adictos al tirano y su círculo tribal, bien pertrechados de gruesas sortijas de oro, de automóviles kitsch y chequeras bien surtidas con las que, mundo adelante, no sabían ni qué comprar, dada su ignorancia y tosquedad.
De aquella, el Iraq no interesaba a nadie, excepción de franceses, alemanes, rusos, chinos o americanos dispuestos a venderles algo o a erigir monumentales banalidades que dejaran constancia futura de las glorias y grandeza de Saddam. Pero nuestra naciente opinión pública confundía –igual que ahora– Iraq con Irán, se interesaba más bien nada por los concienzudos exterminios de comunistas y opositores en general y se guardaba de formularse o formular preguntas. En época mucho más reciente (15 de marzo de 2004, ojo a la fecha) un dirigente socialista o algo así, de nombre Santesmases, me espetó muy convencido que en el Iraq de Saddam existía libertad de expresión porque así se lo había declarado un alto funcionario: Sancta simplicitas, le contesté.
Este miércoles han asesinado a setenta iraquíes con un coche-bomba en la plaza at-Tayaran, el martes fueron treinta y cinco, el jueves serán cincuenta y al otro sabe Dios. La filiación religiosa o las simpatías políticas de los muertos no importan, pero sí su circunstancia, amén de su condición humana y su inocencia absoluta ante el crimen. Esta vez eran albañiles, electricistas, carpinteros que ofrecían sus humildes e imprescindibles servicios a la vieja usanza, ya olvidada en este país de señoritos: arrimados contra un muro, pacientes y dominando la ansiedad, como los plomeros y pintores mexicanos del Zócalo, como los peones agrícolas de tantos lugares de América o los jornaleros andaluces y extremeños que tan lejos no quedan. Otro día asesinan a lavanderas, camareros o infelices aspirantes a formar parte del Ejército o la Policía locales, en un sitio donde ganar unos dinares para subsistir es una hazaña; o matan a niños que se acercaron a unos americanos para recoger dulces. Da igual.
No es que la invasión americana haya destruido la economía nacional, es que ésta, sencillamente, no existía. Mal encubierta la carencia de lo que los economistas denominan "tejido productivo" por los ingresos petrolíferos, al fallar éstos en una u otra medida, la pobreza y el subdesarrollo muestran su verdadera naturaleza y dimensión, evidentes desde la primera guerra del Golfo, cuando faltaban luengos años para el derrocamiento del dictador, sólo acaecido por la intervención exterior. Pero éstas son consideraciones políticas y económicas de las llamadas "macro", algo muy alejado de las vidas de privaciones, oscurantismo y desesperanza sufridas durante muchos años por los setenta asesinados del día. Detrás de ellos hay otras tantas familias que lloran y se angustian pensando en cómo suplir los mínimos ingresos del desaparecido. Y así a diario.
Sin melodramatismo, es la realidad última e indiscutible, la tragedia de muchos miles de víctimas del terrorismo islamista. Matan a musulmanes sin conocerlos, de modo despiadado y ciego –claro que la mayoría son chiíes, lo cual requiere matices y recuerdos históricos que ahora no podemos abordar–, indiferentes los criminales ante tanto horror, tanta desgracia por ellos provocada. ¿Aterrorizar a la población es luchar contra Estados Unidos? ¿Por qué no limitan sus acciones a combatir contra los norteamericanos, lo que, desde su punto de vista, tendría una lógica? ¿Quién ha investido a los jefes de las bandas islamistas del derecho a disponer de las vidas de sus correligionarios (y no digo compatriotas porque la mayor parte de los asesinos no son iraquíes)? ¿Por qué nuestros progres cargan globalmente en el debe de los americanos unas muertes que no han producido? ¿Por qué engordan con tanta fruición como falta de datos contrastados las cifras de víctimas? ¿De verdad se creen que contra Saddamlos iraquíes vivían mejor? Jamás van a reconocer que se regodean con las andanzas de Drácula, el Hombre Lobo y el Monstruo de Frankenstein porque, en el fondo, ser "conciencia crítica" a distancia es un ejercicio útil y cómodo: favorece una buena digestión y exime de meterse en problemas de por aquí cerquita.
¡Qué fácil resulta ser pacifista cuando tienes las espaldas bien cubiertas! ¡qué poco les importa a estos progres de eurabia el sufrimiento de pueblos enteros a manos de tiranos tercermundistas! ¡cómo admiran a estos dictadores manchados de sangre inocente!
Todos tenemos el derecho a defendernos de la opresión, pero también el deber de hacerlo. Sobre todo cuando hay gente que depende de nosotros para su seguridad.
Y tenemos el derecho y el deber de exigirle al estado que nos defienda. Si no lo hace está cayendo en el delito de traición.
Etiquetas: Noticias desde eurabia
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