Puertas abiertas en Al-Andalus
De la Vega descarta que haya un riesgo inminente de atentados islamistas en España
La vicepresidenta del Gobierno ha afirmado que "no existen indicios" procedentes de la Policía y la Guardia Civil de que exista un riesgo de atentados inminentes en nuestro país pese a la noticia de ABC de que dos terroristas de la célula de Casablanca han entrado en España. Como Rubalcaba, De la Vega se ha limitado a decir que "nunca se ha bajado" la guardia y que "en cualquier parte del mundo los ciudadanos pueden ser objeto de un ataque terrorista". Según la vicepresidenta, el Gobierno "trabaja para tener los mejores recursos" para combatir el terrorismo internacional. La frase "miedo ninguno, precauciones todas", resume, según ella, la gestión del Ejecutivo.
Si este esperpento dice que no hay "indicios" más vale que nos vayamos preocupando.
Ceuta, Melilla y los puertos de Alicante y Algeciras, en alerta por la entrada de dos terroristas de Al Qaida
Algunos de los terroristas que están siendo buscados por las autoridades marroquíes han conseguido llegar ya a España. Las Fuerzas de Seguridad buscan en nuestro país a dos terroristas huidos de Marruecos en las últimas semanas, según ha sabido ABC de fuentes de la lucha antiterrorista. Los dos son de nacionalidad marroquí y han recibido instrucción sobre tácticas terroristas y preparación de cinturones explosivos en los campos de entrenamiento de Al Qaida en Mali.
¿Algunos han conseguido llegar a España? ¿estos últimos días? pués aquí están desde hace bastante sus compinches para darles la bienvenida. Así que no deben preocuparse por encontrar un "pisito" para vivir. En cualquier caso cualquiera de las muchas sucursales de "Andalucía Acoge" que pululan por las ciudades del sur ya se encargarían de echarles una manita. Y si no la Cruz Roja, experta en ayudar a terroristas (recordemos aquellos amigos de Arafat que Aznar se trajo de la Muqata).
Cualquiera que viva en una ciudad andaluza y se pasee por según que barrios sabe que hay zonas en las que no es bienvenido, calles en las que todos los letreros están en árabe, comercios en los que no te atienden si no eres uno de "ellos", colegios en los que es peligroso "herir la sensibilidad" de los moritos (por ejemplo diciéndole a un padre que no hay plaza para su hijo), ... incluso en las prisiones los imanes imponen su ley, comenzando por imponer al resto de los reclusos sus cánticos religiosos a las cinco de la madrugada.
¿Y ahora se preocupan por si han entrado dos más? no serán más que una gota en el océano de la sharía.
A continuación un excelente artículo de Carlos Herrera en ABC:
El musulmán quiere volver
por Carlos Herrera)
UN mito de engorde lento se ha acabado instalando en el imaginario colectivo de una forma tan sorprendente como lamentable: al-Andalus fue una civilización superior en cuyo seno de progreso se dieron idílicas condiciones de convivencia y tolerancia entre culturas no repetidas hasta la fecha de hoy. Han colaborado a confeccionar y engrandecer semejante dislate, desde la izquierda bienpensante y la derecha permanentemente acomplejada, diversas estructuras políticas y no pocos entes intelectuales. En virtud de ese mito mimético que se basa en imitar permanentemente al héroe anterior en el tiempo, no pocos españoles dejan de hacer caso a las bravatas califales y absurdas que espetan desde diversos ámbitos islámicos -terroristas o no-, según los cuales el viejo paraíso perdido en la Península Ibérica deberá volver, antes o después, a manos de Alá. Cuentan los estrategas de la recuperación con la aplastante realidad de las cifras: el islam es la segunda religión de Europa y ya son cerca de quince los millones de musulmanes que viven y se reproducen en la Unión Europea. Cuentan con un vigoroso vector de incidencia: el islam es un proyecto, cosa que ya no son ni el catolicismo, ni la izquierda ni la democracia, y así, sorteando o no los deseos de integración de las autoridades europeas, sueñan con imponer unas condiciones de convivencia en absoluta incompatibilidad con los valores más elementales de Occidente (su característica de religión pública, no privada, fuerte, autoafirmativa, hace que nada tenga que ver con las religiones sincretistas, que no afectan a la cosa pública). Ni que decir tiene que cuentan con caballos de Troya perfectamente identificables en sociedades que siguen manejando irresponsablemente el concepto de multiculturalidad, esa ideología a la que Harold Bloom tildaba de perniciosa porque divide, fragmenta y enfrenta y lleva directamente a la antítesis del pluralismo. Giovanni Sartori se preguntaba en su libro «La Sociedad Multiétnica» si una comunidad puede sobrevivir si está quebrada en subcomunidades que rechazan las reglas en las que se basa el vivir comunitario. Esa pregunta del soberbio pensador italiano se la responde él mismo cuando asevera que para vivir en diversidad primero hay que desterrar el dogmatismo, cosa que no hace el islam, y en segundo lugar impedir a toda costa que se sea tolerante con el intolerante. Los estallidos intermitentes de larvas integristas que vive Europa -y que en España han costado los disgustos trágicos que ya conocemos- anuncian un tiempo necesitado de compromiso por parte de la sociedad que, desgraciadamente, no parece dispuesto a liderar la autoridad competente. Descartando la posibilidad inmediata de que el islam tenga su Trento particular (Gómez Marín dixit), se empieza a instalar entre una abatida parte de la ciudadanía más alerta la posibilidad de ser cierta la máxima con la que se manejan algunos representantes de la expansión islamista: «Os conquistaremos con vuestros derechos pero os gobernaremos con los nuestros». Recordemos que en los lugares donde el poder está en manos islámicas se vive inmerso en el atraso, la miseria y la represión, ninguna de cuyas causas debe buscarse en la eterna culpabilidad con la que Occidente se machaca a diario ni en la fácil y manoseada excusa de que la pobreza crea movimientos violentos irreprimibles: va a acabar pareciendo que los terroristas islámicos son representantes de los desheredados del mundo, cuando lo que fehacientemente sabemos es que el hambre genera muertos, no suicidas.
Argel y Casablanca son la nueva llamada de atención que el terrorismo islamista hace sonar a las puertas de nuestra casa, que no son otras que Ceuta y Melilla. Lo hacen para limpiar sus territorios de infieles, cierto, pero también para advertir de que el siguiente paso es llegar a la Córdoba que creen que les pertenece. Algunos idiotas ilustrados juegan a negar ese peligro.
Al finalizar las guerras religiosas del XVII, el pluralismo se hizo realidad en Occidente y la sociedad abierta pasó a basarse en la tolerancia, el consenso y el pluralismo. A día de hoy se trata de responder a la pregunta que se planteaba Popper en uno de esos días en los que sopesaba el anhelo de libertad y el de seguridad: ¿cuán abierta puede ser una sociedad abierta para seguir siéndolo?
Y para terminar un par de enlaces que nos acerquen al "problemita":
La vicepresidenta del Gobierno ha afirmado que "no existen indicios" procedentes de la Policía y la Guardia Civil de que exista un riesgo de atentados inminentes en nuestro país pese a la noticia de ABC de que dos terroristas de la célula de Casablanca han entrado en España. Como Rubalcaba, De la Vega se ha limitado a decir que "nunca se ha bajado" la guardia y que "en cualquier parte del mundo los ciudadanos pueden ser objeto de un ataque terrorista". Según la vicepresidenta, el Gobierno "trabaja para tener los mejores recursos" para combatir el terrorismo internacional. La frase "miedo ninguno, precauciones todas", resume, según ella, la gestión del Ejecutivo.
Si este esperpento dice que no hay "indicios" más vale que nos vayamos preocupando.
Ceuta, Melilla y los puertos de Alicante y Algeciras, en alerta por la entrada de dos terroristas de Al Qaida
Algunos de los terroristas que están siendo buscados por las autoridades marroquíes han conseguido llegar ya a España. Las Fuerzas de Seguridad buscan en nuestro país a dos terroristas huidos de Marruecos en las últimas semanas, según ha sabido ABC de fuentes de la lucha antiterrorista. Los dos son de nacionalidad marroquí y han recibido instrucción sobre tácticas terroristas y preparación de cinturones explosivos en los campos de entrenamiento de Al Qaida en Mali.
¿Algunos han conseguido llegar a España? ¿estos últimos días? pués aquí están desde hace bastante sus compinches para darles la bienvenida. Así que no deben preocuparse por encontrar un "pisito" para vivir. En cualquier caso cualquiera de las muchas sucursales de "Andalucía Acoge" que pululan por las ciudades del sur ya se encargarían de echarles una manita. Y si no la Cruz Roja, experta en ayudar a terroristas (recordemos aquellos amigos de Arafat que Aznar se trajo de la Muqata).
Cualquiera que viva en una ciudad andaluza y se pasee por según que barrios sabe que hay zonas en las que no es bienvenido, calles en las que todos los letreros están en árabe, comercios en los que no te atienden si no eres uno de "ellos", colegios en los que es peligroso "herir la sensibilidad" de los moritos (por ejemplo diciéndole a un padre que no hay plaza para su hijo), ... incluso en las prisiones los imanes imponen su ley, comenzando por imponer al resto de los reclusos sus cánticos religiosos a las cinco de la madrugada.
¿Y ahora se preocupan por si han entrado dos más? no serán más que una gota en el océano de la sharía.
A continuación un excelente artículo de Carlos Herrera en ABC:
El musulmán quiere volver
por Carlos Herrera)
UN mito de engorde lento se ha acabado instalando en el imaginario colectivo de una forma tan sorprendente como lamentable: al-Andalus fue una civilización superior en cuyo seno de progreso se dieron idílicas condiciones de convivencia y tolerancia entre culturas no repetidas hasta la fecha de hoy. Han colaborado a confeccionar y engrandecer semejante dislate, desde la izquierda bienpensante y la derecha permanentemente acomplejada, diversas estructuras políticas y no pocos entes intelectuales. En virtud de ese mito mimético que se basa en imitar permanentemente al héroe anterior en el tiempo, no pocos españoles dejan de hacer caso a las bravatas califales y absurdas que espetan desde diversos ámbitos islámicos -terroristas o no-, según los cuales el viejo paraíso perdido en la Península Ibérica deberá volver, antes o después, a manos de Alá. Cuentan los estrategas de la recuperación con la aplastante realidad de las cifras: el islam es la segunda religión de Europa y ya son cerca de quince los millones de musulmanes que viven y se reproducen en la Unión Europea. Cuentan con un vigoroso vector de incidencia: el islam es un proyecto, cosa que ya no son ni el catolicismo, ni la izquierda ni la democracia, y así, sorteando o no los deseos de integración de las autoridades europeas, sueñan con imponer unas condiciones de convivencia en absoluta incompatibilidad con los valores más elementales de Occidente (su característica de religión pública, no privada, fuerte, autoafirmativa, hace que nada tenga que ver con las religiones sincretistas, que no afectan a la cosa pública). Ni que decir tiene que cuentan con caballos de Troya perfectamente identificables en sociedades que siguen manejando irresponsablemente el concepto de multiculturalidad, esa ideología a la que Harold Bloom tildaba de perniciosa porque divide, fragmenta y enfrenta y lleva directamente a la antítesis del pluralismo. Giovanni Sartori se preguntaba en su libro «La Sociedad Multiétnica» si una comunidad puede sobrevivir si está quebrada en subcomunidades que rechazan las reglas en las que se basa el vivir comunitario. Esa pregunta del soberbio pensador italiano se la responde él mismo cuando asevera que para vivir en diversidad primero hay que desterrar el dogmatismo, cosa que no hace el islam, y en segundo lugar impedir a toda costa que se sea tolerante con el intolerante. Los estallidos intermitentes de larvas integristas que vive Europa -y que en España han costado los disgustos trágicos que ya conocemos- anuncian un tiempo necesitado de compromiso por parte de la sociedad que, desgraciadamente, no parece dispuesto a liderar la autoridad competente. Descartando la posibilidad inmediata de que el islam tenga su Trento particular (Gómez Marín dixit), se empieza a instalar entre una abatida parte de la ciudadanía más alerta la posibilidad de ser cierta la máxima con la que se manejan algunos representantes de la expansión islamista: «Os conquistaremos con vuestros derechos pero os gobernaremos con los nuestros». Recordemos que en los lugares donde el poder está en manos islámicas se vive inmerso en el atraso, la miseria y la represión, ninguna de cuyas causas debe buscarse en la eterna culpabilidad con la que Occidente se machaca a diario ni en la fácil y manoseada excusa de que la pobreza crea movimientos violentos irreprimibles: va a acabar pareciendo que los terroristas islámicos son representantes de los desheredados del mundo, cuando lo que fehacientemente sabemos es que el hambre genera muertos, no suicidas.
Argel y Casablanca son la nueva llamada de atención que el terrorismo islamista hace sonar a las puertas de nuestra casa, que no son otras que Ceuta y Melilla. Lo hacen para limpiar sus territorios de infieles, cierto, pero también para advertir de que el siguiente paso es llegar a la Córdoba que creen que les pertenece. Algunos idiotas ilustrados juegan a negar ese peligro.
Al finalizar las guerras religiosas del XVII, el pluralismo se hizo realidad en Occidente y la sociedad abierta pasó a basarse en la tolerancia, el consenso y el pluralismo. A día de hoy se trata de responder a la pregunta que se planteaba Popper en uno de esos días en los que sopesaba el anhelo de libertad y el de seguridad: ¿cuán abierta puede ser una sociedad abierta para seguir siéndolo?
Y para terminar un par de enlaces que nos acerquen al "problemita":
Etiquetas: Islamofascismo, La España de Torrente, Noticias desde eurabia
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