Los derechos humanos en el Islam
José Luis López Valenciano
La Democracia representa un gran peligro para ellos, por ser incompatible con el mantenimiento de unos dogmas y unas tradiciones en cuya base yacen el proselitismo y la intolerancia más feroces.
La Declaración del Cairo sobre Derechos Humanos en el Islam es un breve texto de apenas 25 artículos que no tiene desperdicio.
Se habla mucho de los Derechos Humanos, y cuando eso acontece, lo primero que viene a nuestra mente es la famosa Declaración universal de los Derechos Humanos, aprobada por Naciones Unidas en 1948, y que constituyó un hito en la ya antigua aspiración de consignar estos derechos en un cuerpo único. Aunque para su protección se dependa de que los estados la traspongan a su derecho interno.
Pero deberíamos detenernos a hablar más detenidamente de la más desconocida versión islámica de los mismos, reunidos en la Declaración del Cairo sobre Derechos Humanos en el Islam (5 de agosto, 1990). Es un breve texto de apenas 25 artículos, pero que no tiene desperdicio.
Ciertamente, comienza ya mal esta Declaración, al autoproclamarse el Islam como la mejor comunidad de creyentes; y no mejora cuando el artículo 1 establece que sólo la verdadera religión garantiza el desarrollo de la dignidad humana. ¿Quiere decir eso entonces que los no musulmanes no tienen la misma dignidad que los musulmanes? Es más, su artículo 10 no deja lugar a dudas sobre su pretensión de preeminencia moral sobre todas las demás religiones:
"El Islam es la religión indiscutible. No es lícito ejercer ningún tipo de coerción sobre el ser humano, ni aprovecharse de su pobreza o ignorancia, para llevarle a cambiar su religión, o al ateismo"
Aunque supuestamente dirigido a la población musulmana, en el texto se mezclan multitud de expresiones universalistas, lo que lleva a pensar que, aunque no lo digan expresamente, su ámbito de aplicación podría extenderse a los no musulmanes.
Así pues, se instituyen en portadores y defensores de la verdad universal y pretenden que cualquiera que abandone el Islam lo hará por pobreza o por ignorancia. Me pregunto entonces si Magdi Cristiano Allam no será un pobre indigente e ignorante encubierto o si simplemente el Islam no comprende que cualquier persona dotada de juicio y espíritu crítico puede llegar a esa misma conclusión. Este segundo razonamiento explicaría el por qué de la limitación constante a la libertad de expresión, que puede ejercitarse siempre y cuando no se contradiga la Sharía. ¿A qué régimen de pensamiento único se le ocurriría permitir que sus ciudadanos pensasen por sí mismos, si haciéndolo así pueden llegar (y de hecho, llegarían) a la conclusión de que hay otras opciones mejores?
Además, habría que discutir sobre lo que se entiende aquí por coerción que, a tenor del contenido de la Declaración, podría ser cualquier cosa que fuera contra la Sharía. A sensu contrario, la presión para convertirse al Islam no sería coerción, sería simplemente un ejercicio de "civilización" e iluminación de aquel que camina entre tinieblas. Opciones como el ateismo, el agnosticismo o la conversión a otra religión diferente del Islam, no entran en su concepción del mundo, salvo para ser reprimidas.
Respecto a la libertad de información, se prohíben todas aquellas informaciones que se opongan a los valores del Islam y un uso "tendencioso" de las mismas. Resulta evidente que, si se trata de criticar otras religiones, filosofías o valores, no hay limitaciones. Valiente hipocresía.
Para más INRI, si los derechos enumerados ya eran pocos, sus dos últimos artículos los dejan en puro papel mojado, ya que establecen que todos los derechos están sujetos a los límites dispuestos por la Sharía y deben ser interpretados de acuerdo a ésta. Toda la Declaración se encuentra salpicadas de fórmulas como "excepto a requerimiento de la Sharía" "Conforme a lo estipulado por la Sharía" "de acuerdo con los preceptos de la Sharía" "dentro del marco de la Sharía" y otras del mismo tono.
De esto modo, también la supuesta igualdad entre hombre y mujer que se preconiza, desaparece. La mujer tiene menos derechos sucesorios que el varón, su valor testifical en juicio es menor que el del hombre, sus derechos para elegir la persona con quien quieren casarse son limitados (el hombre puede casarse con una no-musulmana, pero no a la inversa) y su capacidad de obrar general está muy restringida.
El derecho a la integridad física desaparece por la misma regla. Las mutilaciones como castigo por la comisión de robos o el castigo con la muerte por adulterio o por homosexualidad, están a la orden del día. El apóstata no puede descansar tranquilo y debe esconderse, emigrar o mantener en secreto su cambio de fe si no quiere ser asesinado y el crítico con el Islam no corre mejor suerte.
Creo poder afirmar, que los países firmantes de esta Declaración no acabaron de comprender lo que significa declarar derechos, o peor, sí que lo comprenden, y precisamente por ello afirmaron su limitación; como oposición consciente a los valores contenidos en la Declaración de Naciones Unidas y a lo que representan los valores democráticos y de convivencia emanados del liberalismo. La Democracia representa un gran peligro para ellos, por ser incompatible con el mantenimiento de unos dogmas y unas tradiciones en cuya base yacen el proselitismo y la intolerancia más feroces
Fuente:
diariodeamerica.com