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jueves, noviembre 29, 2007

60 aniversario de la Resolución 181

Hoy jueves 29 de noviembre del 2007, se cumple el 60 aniversario de la histórica resolución 181 de la ONU que reconoció legal y oficialmente; luego de 2000 años de persecuciones, diáspora, exilio y genocidio; el derecho de soberanía del pueblo judío sobre la Tierra de Israel, proclamando una resolución votada por dicha organización que requería el establecimiento de un Estado judío y otro árabe en Palestina luego de la retirada británica del territorio. El derecho del pueblo judío a proclamar su Estado independiente es indiscutible; es el derecho natural del pueblo judío a vivir, a semejanza de las demás naciones, una existencia independiente como Estado soberano y libre en su tierra.
Para conmemorar dicho acontecimiento Andrés nos manda los siguientes artículos escritos por Pedro Lew en ese período (1947-48) y publicados en un diario argentino:

Resurrección
Por Pedro Lew
Posadas (Misiones, Argentina) Diciembre 19 de 1947
Los pueblos del mundo han reconocido al viejo y antiguo pueblo de Israel, sus derechos históricos y jurídicos sobre parte del patrimonio de sus antepasados. Se cumple así el anhelo de 60 generaciones. Cerca de 2.000 años han pasado desde que el pueblo judío fue expulsado de su tierra natal. 1812 años han transcurrido desde el último grito de rebelión, lanzado por Bar-Kojba, contra la tiranía de Roma.
La pequeña Judea se lanzó, con fervor patriótico y afán de libertad, contra las huestes romanas. El Imperio más grande de antaño, tuvo que luchar fieramente para quebrar el espíritu de emancipación y de los hombres libres que abarcaba desde los montes del Hermón hasta el desierto del Sinaí, desde el Mar Mediterráneo hasta el Mar Muerto. Dura era la lucha, sangrientas las batallas; un pueblo pequeño quiso romper las cadenas de esclavitud, pero esta lucha era la última; quemados sus pueblos, muertos sus guerreros, arrasados sus templos, llevados al cautiverio sus mejores hijos e hijas, vendidos en los mercados de esclavos.
Lloraba el chacal en las desiertas praderas, el buitre ha hecho su nido en los jardines, el lagarto y la víbora se acomodaron en las ruinas, y el beduino del desierto ha hecho suya las casas y palacios destruidos.
Israel había caído, Judea quedó destrozada, el gran Templo en ruinas: “Jehová” se ocultaba llorando y Raquel se levantó de su tumba de Beit-Lejem, alzó sus manos de madre al cielo y preguntó: “Por qué! ¿Por qué esta mala suerte contra mis hijos valerosos?” y se oyó una voz que contestó: “Llegará el día, cuando los pueblos del mundo harán retornar a tus hijos a Eretz Israel: a la patria de Israel”.
Y este día ha llegado; ha llegado por fin el día de “Tjiat-Ametim”, ha llegado el día de la legendaria resurrección de los muertos.
1812 años el pueblo judío vagaba por el mundo, le era negado el derecho de ser hombres, el derecho de vivir fue encerrado en “Guettos”, fue tratado como paria, era el hazmerreír de los poderosos, era la presa de los turbios, fue expulsado de los países, masacrados en masa, toda la maldad y tiranía del mundo la sentía en su propia carne; era el barómetro de la política de cada potentado o gobierno. Pero esta nación nunca jamás ha olvidado a su tierra natal; generación a generación mantenía latente la esperanza y el anhelo de retornar al antiguo patrimonio, a la ciudad que el Rey David había construido.
Y tampoco perdieron la esperanza de que no siempre reinara la noche oscura sobre la tierra, que no sea eterna su vida de parias y extraños en el mundo, que recuperarán su dignidad y orgullo, que llegará la aurora para el mundo y para ellos. Toda esa esperanza invencible les ha mantenido unidos y fuertes para soportar las tempestades de tan largo destierro.
Israel se prepara para ocupar su puesto como nación libre e independiente dentro del concierto de los pueblos libres y democráticos del mundo.
En la cuna de la civilización del mundo, en la cuna del monoteísmo, en la patria de las tres religiones, se alzará la flamante bandera blanca y azul, con la estrella de David en el centro, para anunciar al mundo íntegro que el pueblo de la Biblia, que el pueblo de los diez mandamientos, que el pueblo del espíritu moral y del libro, ha resucitado; ha llegado el día del Mesías prometido.
Y se cumple la profecía de aquél profeta formidable, de aquél visionario revolucionario, del gran Ezequiel quien dice en el capítulo 37: “He visto huesos humanos, resecados sin carne y sin sangre, llenando el valle; y una voz me manda: Háblales, dales esperanza. Y con palabras humanas les infundí confianza y anhelos y, Oh milagro, se mueve el valle, se juntan los huesos, se cubren los músculos, se llenan sus esqueletos con carne y sus venas con sangre; y una masa formidable se levanta llena de espíritu”. Esta profecía de aquél profeta está cumpliéndose en nuestros días: de la ceniza de Maidanek, de los campos de concentración de Buchenwald, Osmienchim, y millares de otros campamentos, los esqueletos humanos, sobrevivientes de la masacre hitleriana (donde fueron asesinados 6 millones de seres judíos) se levantan con un nuevo vigor y empuje, para ayudar a reconstruir la tierra prometida.
El deber aquí, el deber de los judíos en los países de la diáspora es convertirse en la retaguardia de las avanzadas hebreas en Palestina, para fortalecer sus brazos y sus espíritus, en la magna obra que se avecina, ofrecerles la ayuda material y moral, para que no se queden solos en la gran reconstrucción de un pueblo que ha resucitado.
No es obra de un partido solo, es deber y obra de todos los judíos sin distinción de colores o partidos, todos son judíos y como tales tendrán que contestar, como un solo hombre, al llamado de los hermanos en esta hora histórica y trascendental de su pueblo. Benditos sean aquellos que sabrán ponerse a la altura de los acontecimientos, benditos aquellos que pondrán el interés y bienestar colectivo por encima de las mezquinas vanidades personales y benditos sean los dirigentes judíos que sabrán interpretar el mandamiento de la hora, de fortalecer el espíritu de unidad judía, mancomunados para un solo fin: la reconstrucción de Eretz Israel para el pueblo de Israel.

¿Sangre o nafta?
Por Pedro Lew
Posadas (Misiones, Argentina) Noviembre 30 de 1948
El 29 de noviembre de 1948, se cumplió el primer aniversario de la histórica resolución de la O.N.U. de repartir Palestina en dos Estados libres e independientes, Judío y Árabe.
El 14 de mayo de este año, fue proclamado el establecimiento del Estado de Israel, sobre la parte de la Palestina correspondiente. Desde el principio, Gran Bretaña se opuso a la creación del Estado de Israel; sus intereses imperialistas no coincidían con el cambio político en el Medio Oriente. Gran Bretaña no ha podido permitir que se levante un Estado moderno y progresista en medio de sus vastos intereses económicos y militares, principalmente en contra de sus intereses petrolíferos del Medio Oriente. Le era más conveniente, tener como “amigos” a los “Effendis”, “Pachas” y jeques árabes, que mantienen a sus pueblos en estado de esclavitud, hambre y miseria, plagas y enfermedades.
El “socialista” Bevin, prefería tratar con estos “amos” del desierto, comprándolos con un puñado de oro, que verse obligado a entrar en relaciones con un pueblo culto, capacitado, moderno y democrático, y por tal motivo, desató la sangrienta lucha en Palestina, para aplastar al Estado recién creado, movilizando para tal fin, a todos los ejércitos Arábigos del Oriente. 7 países árabes, armados hasta los dientes, han atacado al joven Estado de Israel.
Y el “compañero” Bevin, estaba más que seguro, que terminaría la gran obra que empezó Hitler, de aniquilar a los judíos.
Pero el Estado de Israel no dejó aplastarse. Sin recursos, sin ejércitos, sin armas, ha repelido la agresión de los árabes. Sus hombres y mujeres, obreros, artesanos, estudiantes y profesores, campesinos y comerciantes se han alistado, todos como uno solo, para defender a sus hogares, su patria recién creada, y su honor como hombres libres, de una patria libre.
Estos soldados, improvisados, luchaban como tigres, ellos sabían el por qué de esta lucha, y lo que les espera en caso de ser derrotados, se daban cuenta, que atrás de los ejércitos de mercenarios árabes, está el “socialista” Bevin defensor de los grandes intereses petrolíferos mundiales, para quien la sangre roja de los pueblos no significa nada, no tiene ningún valor, sino el líquido negrusco de los tubos petrolíferos.
Y esos hombres de Israel, convertidos en soldados, han inflingido derrota tras derrota a los ejércitos invasores, ocupando pueblos y aldeas de los árabes, sembrando el pánico entre los “bravos” soldados de los “Effendis”, “Pachas” y jeques; poblaciones enteras árabes han pedido protección de Israel. Pero al “compañero” Bevin no le conviene que así nomás se terminen sus intrigas, no entran en sus cálculos imperialistas que reine la paz y la armonía entre los pueblos; más tiene interés en mantener latente la tensión bélica, para debilitar a las economías nacionales de los pueblos en litigio, manteniendo a sus hombres bajo las armas, sin ningún provecho o utilidad para los países en lucha. Y así llegará a realizar su ambición, de ser dueño y amo del Medio Oriente, con sus ricos yacimientos petrolíferos. ¿Pero permitirán los pueblos libres del mundo que la nafta valga más que la sangre humana? ¿Permitirán estos mismos pueblos que su propia resolución de la O.N.U. sea un mito, para favorecer a los intereses de unos potentados? ¿Permitirán que la nafta sea la chispa de la gran hoguera que ha encendido al mundo? ¿Recordarán todo eso los pueblos libres del mundo?
El tiempo nos lo dirá!


¡Cuántos años han pasado! ¡cuántas cosas han cambiado! pero ¡qué poco ha cambiado todo! solo hay que mirar a Annapolis para comprender que Israel debe valerse por sí mismo y no dejarse embaucar por la ONU, los USA ni la madre que los parió. Israel no debe ceder ni un milímetro como le piden sus "aliados", a cambio de falsas promesas de paz. Promesas que serán, como siempre, incumplidas. Los traidores siempre traicionan.

¡AM ISRAEL JAI!

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1 comentarios:

  • El Estado de Israel ya hoy está plenamente consolidado como un país democrático y moderno, debe olvidarse totalmente de tener que estar pidiendo perdón continuamente, como pretenden los regímenes islamistas y los anti-israelíes de casa, por existir porque su legitimidad ya es indiscutible, al mismo nivel que otras naciones como España, Francia, Italia, Brasil, Argentina, etc. No hay que entrar en largas discusiones estériles con los anti-israelíes pues la legitimidad de Israel ya no es algo cuestionable.

    Sobre su acusación principal, “los judíos robaron un país que no era suyo” o cuestiones como la tan traída y llevada ocupación no hay más que remitirse y recordar algunas cosas como el articulo 24 de los estatutos fundacionales de la OLP, en la que declaró no reclamar soberanía alguna sobre el territorio de Cisjordania, "perteneciente al reino Hachemita de Jordania" y la Franja de Gaza, ocupada por Egipto. Postura que cambió curiosa y radicalmente después de la Guerra de los Seis Díasen los planteamientos posteriores a la ocupación israelí de 1967.

    Hasta entonces, los palestinos no se llamaban a sí mismos palestinos, sino jordanos o árabes, y fue el nacimiento de la OLP el que desembocó en la reivindicación de una Nación Palestina soberana (en 1956, Ahmed Chuqueiri, futuro presidente de la OLP, afirmaba «que Palestina no es más que Siria del sur»).

    En 1977, uno de los líderes representantes de la OLP, Zuheir Mohsen comentó sobre el uso de ese nombre, por parte de los árabes que viven en la llamada "Palestina": “No existe un pueblo palestino. La creación de un estado palestino es un medio a favor de la continuidad de nuestra lucha contra Israel y a favor de la unidad árabe... Pero en realidad no existe ninguna diferencia entre los jordanos y los palestinos, los sirios y los libaneses. Todos nosotros formamos parte del pueblo árabe. Solamente por razones políticas y tácticas hablamos de la existencia de una identidad palestina, ya que está en el interés nacional de los árabes el oponer al sionismo una existencia separada de los jordanos. Por razones tácticas, Jordania que es un estado con fronteras fijas, no puede reclamar a Haifa y Jaffa. Yo como palestino, por el contrario, puedo reclamar Haifa, Jaffa, Beersheba y Jerusalem. PERO EN CUANTO SE HAYAN RESTABLECIDO NUESTROS DERECHOS POR LA TOTALIDAD DE PALESTINA, NO ESPERAREMOS UN MINUTO MÁS PARA LA UNIFICACIÓN DE JORDANIA Y PALESTINA”.

    Dejaba claro cual sería el destino del “país Palestina” evocado por los anti-israelies.

    De Anonymous Anónimo, A las 11/29/2007 11:05 p. m.  

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