Las minas Gore, las verdades de Crichton
Al Gore posee una mina de cinc en una cuenca que emitió 1,8 millones de kilos de vertidos tóxicos entre 1998 y 2003
¿Por qué van siempre a remolque? ¿no son capaces de tener iniciativa?El oscarizado ex vicepresidente de EEUU, Albert Arnold Al Gore, por su documental-denuncia sobre el calentamiento global, Una verdad incómoda, es propietario de un complejo minero en Carthage (Tennessee). Fue adquirido por su padre, el también senador, en 1973. Hasta 1998 no se hicieron los primeros estudios sobre las emisiones tóxicas de las minas de metal. La cuenca a la que pertenece, Gordonsville-Cumberland, emitió 1,8 millones de kilos de vertidos tóxicos al aire y el agua entre 1998 y 2003. Vertidos en los canales hídricos y emisiones tóxicas son los potenciales peligros. Lo ha relatado este domingo el diario The Tennessean.
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Amenazan de muerte a científicos por participar en un documental escéptico con el calentamiento global
El canal británico Channel Four ha emitido un documental llamado El gran timo del calentamiento global, en el que varios expertos denuncian que una poderosa alianza de políticos, ecologistas y científicos que rechazan cualquier debate sobre la idea de que el hombre es el causante principal de ese calentamiento. Después de su emisión, varios de los científicos que participan en el documental han recibido amenazas de muerte y acoso profesional. La última cumbre del clima se inició desoyendo el debate científico.
La hipocresía de Al Gore
Al Gore, el apóstol del calentamiento global, lo más cerca que ha estado ningún país desarrollado de tener un ecologista radical como presidente, posee una mina de cinc que, según él mismo, ha sido una de las más "sucias" de todo Estados Unidos. Esto se sabe poco después de que se diera a conocer su abultada factura eléctrica, que multiplica por veinte la de una familia norteamericana media, y que de hecho aumentó tras el estreno de su oscarizado documental Una verdad incómoda, que Zapatero quiere obligar a ver a nuestros hijos.
Al Gore se ha destacado, desde que escribiera en 1992 su libro La Tierra en juego –en el que daba más valor a la vida de ciertos árboles que a las vidas humanas que la tala de los mismos salvaban–, por defender soluciones ecologistas radicales para los problemas del medio ambiente. Ha defendido sus ideas no desde un punto de vista pragmático y tecnocrático sino en un tono moralista y mesiánico. Nada de malo tendría desde el punto de vista de un defensor racional del medio ambiente gastar mucha energía, si se le da buen uso, o poseer minas de cinc, si se procura tomar precauciones para reducir en lo posible la contaminación que su explotación pueda causar. Sin embargo, ni Gore ni quienes le hacen la corte adoptan ese punto de vista.
El problema es que el ecologismo se ha transformado en una religión con sus dogmas de fe y sus herejías. En ella, es pecado gastar mucho dinero en electricidad o poseer minas de cinc, y más aún si se ejerce de sumo pontífice del ecologismo, pretendiendo con sus sermones que todos nos convirtamos, a la fuerza si fuera menester. Los herejes –por ejemplo, los climatólogos que dudan del dogma del CO2 como causa del calentamiento global– reciben amenazas de muerte, se les insulta calificándolos de vendidos a las "multinacionales" y de "negacionistas" y son condenados al ostracismo y, en algunos casos, a no recibir fondos estatales para sus investigaciones. En ese universo moral, que Gore practica y promociona, el ex vicepresidente de Estados Unidos es un completo hipócrita.
Estamos necesitados de un movimiento de defensa del medio ambiente que no sea alarmista, que trate los problemas en su justa medida y que sea capaz de elegir el menor de entre dos males –por ejemplo, entre el calentamiento global y la energía nuclear–, en lugar de intentar imponer falsas soluciones que sólo sirven para acallar su conciencia. Lo que está claro es que, si alguna vez llega a existir, Al Gore no formará parte del mismo.
Después del numerito de sus factura de la luz ahora nos enteramos que también contribuye al calentamiento climático (de otro tipo lo dudo) como propietario de una mina de cinc que "adorna" con sus residuos los cielos de Tennessee. Todo un personaje este tipo de las "verdades incómodas".
Y hablando de verdades incómodas es recomendable el libro de Michael Crichton
ecologismo sea posible, con menos falsas prediciones y más trabajo real, con más científicos y menos abogados). Que es imprescindible respetar la naturaleza pero que eso no tiene porque llevarnos de vuelta a las cavernas ni impedirnos ser felices, "vivir bien".
Como dice Crichton:
Sospecho que la gente de 2100 será mucho más rica que nosotros, consumirá más energía, tendrá una población global menor. Y disfrutará más de la naturaleza que nosotros. No creo que debamos preocuparnos por ellos. La actual preocupación histérica por la seguridad es un obstáculo para el espíritu humano y una invitación al totalitarismo.
Etiquetas: Talibanes del ecologismo y otros "ismos"
2 comentarios:
En Calor Glacial de Luis Carlos Campos se desmonta todo el mito del calentamiento con ideas muy similares a las de Crichton
De Anónimo, A las 7/24/2007 1:57 a. m.
gracias por la información. no lo conocía así que voy a buscarlo.
De pacobetis, A las 7/24/2007 1:11 p. m.
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