La progresía al ataque
RICARDO J. ROYO VILLANOVA Y MARTÍN
El director de comunicación del Ayuntamiento de Rivas aboga por "entrullar y torturar" a los dirigentes del PP
En un artículo publicado en su blog, Ricardo Royo-Villanova y Martín, director de comunicación del Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid, se lamenta de que no sea legal "entrullar y torturar" a los dirigentes del PP, aplicar "sanciones administrativas" a los militantes populares y "abroncar" a sus votantes, porque "lo exigen el sentido común, la dignidad y el buen gusto". En el artículo titulado "Aznar también es el Anticristo", Royo-Villanova hace estas afirmaciones como preámbulo a un argumentario centrado en los acercamientos de presos registrados durante los gobiernos de Aznar antes de la liberación de Ortega Lara.
Progresía
José García Domínguez
José García Domínguez
Ahora va a resultar que el palabro "progresía" se lo inventaron al alimón entre Juan Cueto y Rosa Regàs, en el Bocaccio, una noche que los dos iban pasados de copas. Y que, contra lo que suponemos los que aquí intoxicamos, lo parieron para denunciar a los fabricantes de "mitologías que competían con las de la burguesía desde el lado opuesto". Válgame un santo de palo, que diría Valle Inclán. Se pasa uno media vida convencidísimo de que desde "el lado opuesto a la burguesía" sólo se podía competir por un asiento en el metro en hora punta, y resulta que no; que vivía en el error; que desde los pisitos de renta limitada y el bono-bus también cabía competir en la producción industrial de "mitologías alternativas". He ahí dos ejemplos vivos como prueba: Rosa Regàs y Juan Cueto.
El asunto tiene delito, pues en la edad del pavo y alrededores a uno lo fascinaban los progres; sobre todo, porque sabían hablar muy bien. Por ejemplo, oía a Juan Cueto y se quedaba con la boca abierta. Escuchaba aquello de "generar dinámicas", "aliados objetivos", "como muy" o " a nivel de" y se decía para sí: "De mayor, también seré capaz de construir frases tremendas; frases del tipo: a nivel de la superestructura ideológica se generan dinámicas como muy alienantes que convierten a la aristocracia obrera en aliada objetiva de la burguesía". Y es que su gran sueño era ser cooptado por lo que hasta ayer mismo creyó la auténtica y genuina progresía; es decir, la alegre colla de la Regàs y los pijos de Tuset Street.
Vaya, que uno ya consciente de que en los tiempos que llegaban urgía labrarse un pasado, hubo de acabar en la izquierda extrema –no había otra–, aunque lo que le pedía el cuerpo, de verdad, era codearse con la alta progresía. Pues quizás a los más jóvenes lectores de Libertad Digital les sorprenda saberlo, pero lo cierto es que los progres y la izquierda no tenían absolutamente nada que ver entre sí. Para empezar, en la izquierda nadie era capaz de distinguir entre un Chateau Maurac y un Don Simón. Para continuar, hasta el militante más zote sabía que los combatientes de la FAI se hacían llamar "los aguiluchos"; de ahí que no usasen jamás ese término para referirse despectivamente a la extrema derecha. Y para terminar, tampoco nadie mareaba al prójimo con el imperativo categórico de desclasarse: los obreros de cuna nacen exonerados de esa expiación.
Entonces, la izquierda –aún– era una ética, y la progresía –sólo– una estética. Terlenka, Carrusel Deportivo y carajillos de anís frente a sándalo, porritos de maría y torre en el Ampurdán. Dos mundos. Al menos, eso creímos hasta ayer, cuando Cueto nos reveló en El País el gran secreto: la izquierda realmente existente eran ellos, los que se pasaron el franquismo acodados en la barra del Bocaccio. Y si lo hicieron disfrazaron de progres, sólo fue por despistar.
En fin, ya lo decía Pedro Navaja: "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida".
El asunto tiene delito, pues en la edad del pavo y alrededores a uno lo fascinaban los progres; sobre todo, porque sabían hablar muy bien. Por ejemplo, oía a Juan Cueto y se quedaba con la boca abierta. Escuchaba aquello de "generar dinámicas", "aliados objetivos", "como muy" o " a nivel de" y se decía para sí: "De mayor, también seré capaz de construir frases tremendas; frases del tipo: a nivel de la superestructura ideológica se generan dinámicas como muy alienantes que convierten a la aristocracia obrera en aliada objetiva de la burguesía". Y es que su gran sueño era ser cooptado por lo que hasta ayer mismo creyó la auténtica y genuina progresía; es decir, la alegre colla de la Regàs y los pijos de Tuset Street.
Vaya, que uno ya consciente de que en los tiempos que llegaban urgía labrarse un pasado, hubo de acabar en la izquierda extrema –no había otra–, aunque lo que le pedía el cuerpo, de verdad, era codearse con la alta progresía. Pues quizás a los más jóvenes lectores de Libertad Digital les sorprenda saberlo, pero lo cierto es que los progres y la izquierda no tenían absolutamente nada que ver entre sí. Para empezar, en la izquierda nadie era capaz de distinguir entre un Chateau Maurac y un Don Simón. Para continuar, hasta el militante más zote sabía que los combatientes de la FAI se hacían llamar "los aguiluchos"; de ahí que no usasen jamás ese término para referirse despectivamente a la extrema derecha. Y para terminar, tampoco nadie mareaba al prójimo con el imperativo categórico de desclasarse: los obreros de cuna nacen exonerados de esa expiación.
Entonces, la izquierda –aún– era una ética, y la progresía –sólo– una estética. Terlenka, Carrusel Deportivo y carajillos de anís frente a sándalo, porritos de maría y torre en el Ampurdán. Dos mundos. Al menos, eso creímos hasta ayer, cuando Cueto nos reveló en El País el gran secreto: la izquierda realmente existente eran ellos, los que se pasaron el franquismo acodados en la barra del Bocaccio. Y si lo hicieron disfrazaron de progres, sólo fue por despistar.
En fin, ya lo decía Pedro Navaja: "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida".
Sí señor, el espíritu de la libertad y la concordia llevado a su plenitud. To pa lo nuestros, na pa los otros. Entrullar y torturar, bonitas palabras. Menos mal que no son unos fanáticos como otros, que si no .... Y es que esta gente cuando se quitan las caretas se les ven las vergüenzas.
Etiquetas: La España de Torrente
2 comentarios:
Parece que los progres españoles quieren hacer lo mismo que Castro, Videla, Ahmadienyad y Saddam Hussein: torturar y asesinar a los opositores políticos.
VAYA "DEMOCRACIA"... IGUALITA A LA DE FRANCO... IGUALITA A LA QUE HUBO EN LA ARGENTINA EN 1976...
Sean de izquierda o de derechas, los dictadores son siempre la misma mierda. Los enemigos de la libertad.
De Anónimo, A las 3/07/2007 11:25 p. m.
Andrés muchos de los que ahora dicen representar a la izquierda en España han mamado de la teta del franquismo. Sin ir más lejos el principal ideólogo de El País, Juan Luis Cebrián, es hijo del director del Arriba (el periódico de la Falange)y él mismo fue redactor jefe del diario Pueblo (el pe´riódico del Movimiento) y jefe de informativos de Televisión Española durante el franquismo.
Con razón decía Franco que lo dejaba todo "atado y bien atado". je je je
De pacobetis, A las 3/08/2007 12:51 p. m.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio